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Venga, ya vale la broma, saquen las cámaras ocultas a la vista y así nos reímos todos con la bromita. Ya estamos yendo demasiado lejos, porque esto no puede ser real, no puede ser que nos cuenten que en una misma tarde se citan los renombrados toros de Alcurrucén, el consagrado Julián López, “El Juli”, el consumado maestro Sebastián Castella, la gran esperanza que se supone que es José Garrido y que se nos haga absolutamente insoportable. Aquí tiene que haber un truco que no nos quieren revelar. Los chicos de los hermanos Lozano parecían estar opositando a acémilas del Estado, que no es que se gane mucho, pero es un puesto fijo para toda la vida. Más descastados que la mula Francis, inasumibles como toros de lidia.
Ahora también queda adivinar a qué opositaban los matadores. El Juli podría presentarse como zapador, para ir minando todo lo que tenga que ver, aunque sea lejanamente, con el toreo clásico. Pertinaz como la sequía, retorcido y ventajista, pero es que cuando no se retuerce, como parecía querer aguantarse las ganas en su primero, la cosa es aún peor. Ajeno a la lidia, solo toma cartas en el asunto cuando le ponen la pañosa en la mano. ¡Ay Señor! Y si además nos paráramos a hablar de su forma de hacer la suerte suprema, entonces la cosa no hay por dónde cogerla.
Algo muy parecido a lo de Sebastián Castella, pero este con más glamour, si por ello se entiende esa desesperante parsimonia que te saca de tus casillas. Que para rascarse un ojo tampoco hay que ir machacando brevas y si ya le ponemos una muleta, ¿para qué más? Alargando irritántemente las faenas y sin entender cómo el respetable no se deja embrujar por esos solos de trapazos con que nos han obsequiado él mismo y el Juli.
Unos rodillazos de Garrido Si les digo qué ha sido lo mejor del festejo, es posible que no me vuelvan a tomar ni medio en serio, jamás. Pues ahí va, el inicio de la faena de José Garrido a su primero, al que recibió de rodillas con una tanda de derechazos, en los que quizá por la incomodidad de tener las rodillas clavadas en la arena, había poco margen para salir a escape, esconder la pierna de salida o alargar el brazo para pasarse el toro allá a lo lejos. Y aparte de esto, el pacense ha presentado con rotundidad su candidatura a uno más del escalafón de matadores de toros tocados con la varita de la modernidad. Fiel seguidor de los maestros que le acompañaron en esta tarde tan especial de la confirmación. Ya saben, a tales maestros, tales discípulos. Y les aseguro que todo esto va en serio, no he querido tomarles el pelo, ni por asomo, todo esto ocurrió una tarde la feria de Madrid en la que igual que puedan pensar ustedes ahora, lo hicieron los aficionados que asistieron a la plaza y que no encontraban otra explicación a aquel esperpento y concluían en que aquí hay una cámara oculta.
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