|
Si ayer hablábamos de descalabro a la hora de valorar la corrida por haberle faltado bravura, hoy debemos convenir que ha sido un petardo en toda regla: le ha faltado bravura, casta, fortaleza -tres han sido devueltos- e incluso trapío. El primer toro respondía a Danzarín, de pelo negro listón, bragao, meano corrido y girón; basto y feo de hechuras, cuesta arriba, altón. Suelto y de poca entrega se comportó en el saludo. Punteó el peto en la primera entrada, fue una segunda vez pa ná, no se agarró con él el picador. Se quedó sin picar. Repitió sin descolgar y punteando los engaños. Tuvo fondo, pero no tuvo una entrega clara. Éste fue el toro de la confirmación de Posada de Maravillas. El segundo de la tarde, primero del lote de Talavante, aunque le bautizaron como Desenvuelto, su comportamiento fue soso en el capote y a lo largo de la lidia. Abierto de cuerna y bien armado, le faltó cuajo para alcanzar la lámina de toro serio -les ha faltado a muchos-. Se dejó picar en ambas entradas sin apretar ni poner en aprieto. A la muleta llegó inexpresivo, su falta de fuerza no le dejaba acometer. Aunque fue noble y repetidor, fue a menos con rapidez. Se desfondó por su falta de bravura y, sobre todo, poder.  Esta lámina del tercero justifica la protesta El tercero fue protestado de salida por su falta de trapío y seriedad, poco ofensivo. Le zurraron en varas con la salida tapada y, sin embargo, ni le tocaron en la segunda entrada. En banderillas era un cadáver. Se dejó sin dificultad. Repitió humillado a derechas. Se enceló por bajo y sacó algo de casta unido a la nobleza, fueron profundas las pocas arrancadas por ese pitón, pero duró muy poco.
Gordo y basto era el cuarto, lavado de cara, con más kilos que seriedad. Caneado -en mi tierra sinónimo de machacado- salió del primer encuentro con el caballo. Fácil en banderillas. Acudió presto a las llamadas, pero pasaba sin fuste alrededor de Talavante. Su comportamiento fue noble -por esto se cotizan-, un boyancón moribundo durante toda la faena -o por esto-. Caradura y Aludido se fueron -los echaron- para atrás. La plaza quinta la ocupó Peleador de José Luis Marca, que peleó poco. Un toro feo de cara, bizco del derecho y zurdo; bajo y sin culata. Que no peleó en varas, pero fue suficiente para que llegase acabado, hecho un marmolillo por la falta de fuerza y casta, a la muleta, y, con el que Roca Rey se marchaba de vacío. Gracioso también se fue para los corrales, iba a ser el que cerrara plaza. En su lugar se corrió un toro del Conde de Mayalde de nombre Segurito, segundo del lote de Posada de Maravillas. Bajo, enmorillado y justo de trapío. Éste puede presumir de haber descabalgado al picador, ¡claro!, con la ayuda del penco que perdió las manos. Entró tres veces al caballo pero no le castigaron. Sacó casta o genio, probablemente lo segundo ya que duró nada, o menos. Después de dos tandas terminó rendido, desfondado. Ayer decíamos que: Tardes como estas, de repetirse, acabarían con la fiesta de los toros… La de hoy ustedes dirán.
|
|