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Pasadas las tormentas tropicales, la plaza de Madrid volvió a ser un remanso de paz, sosiego, soporífera, ideal para pegarse una cabezadita apoyado en el hombro del compañero de localidad, que dulcemente dejaba reposar su aburrimiento sobre ti. Ya saben aquello de hoy por ti, mañana... mañana te espero, que se me ha encajado el cuello. ¡Uff! Creo que los toros eran de Flor de Jara, al menos eso decía en el programa de mano, y dos de San Martín. Y ha debido ser sosa como pocas, porque me han sobresaltado el sueño ni con un triste ay. Sus matadores tampoco han debido ser como para desvelarse.
Robleño dicen que ha andado por allí, pegando pases hasta al que pintaba las rayas, incluso hasta se ha aperreado un poco con su segundo, pero no ha sido motivo de que se quebrantara la hora de la siesta. Más de lo mismo con Miguel Ángel Delgado, que me contaban a la salida que por ponerse modernito, hasta se ha jugado un revolcón, pero al final nada de nada, ni toreo, ni emoción, ni nada. Parecido a Diego Silveti, que un señor que había venido de fuera decía que ha sido el mejor de todos, que ha pegado un “puñao” de pases por detrás, que es lo que más pide el público últimamente. Si va a la barra de un bar, a la cajera del Día, al banco o la taquilla del metro, póngase a la moda, pida de espaldas. Que no sé si es una metáfora, una alegoría o un vaticinio de que esto va de... En fin
Cuando entre sueños ves un toro Pero, claro, uno no iba a ponerse a dibujar espaldas así, a troche y moche, no me parecería elegante. Quizá el tercio de banderillas del segundo de la tarde, pero claro, si se las tiran, tampoco es plan, casi prefiero lo de los dorsos, por no decir cul... Perdón. Así que he decidido dibujar un sueño. En mitad de la siesta he soñado que salía un toro cárdeno, de bella lámina, de la ganadería de San Martín. No ha habido lugar para plasmar su comportamiento en varas, ni comiéndose la muleta, pero al menos en mis sueños presentaba esa belleza amenazante del toro de lidia. Como estarán las cosas que ya hay que sumergirse en los inframundos de Morfeo, dejarse embriagar por imágenes oníricas, pero, ¿qué quieren? Si los toros de Flor de Jara, Fernando Robleño, Miguel Ángel Delgado y Diego Silveti, acompañados de sus cuadrillas, no nos ofrecen nada más, ni mucho menos real, habrá que buscarse las castañas por otro lado. Eso sí, los picadores ya no pican ni en sueños. Pero ya saben, tras esas turbulencias de tardes pasadas, tras la tempestad, échate una siesta.
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