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Qué malas son las estrecheces, los momentos de escasez y penurias. El tiempo que lleva la Plaza de Madrid sin echarse al caletre un bocadito de toreo puro, del de siempre, no del descafeinado, ni de esas tisanas purgantes que te lavan el alma de aficionado. Tanto tiempo lleva las Ventas con la achicoria, la malta tostada y recalentada mil veces, el licor de garrafón y el pan duro de días, que ven el bote de Nescafé y ya se creen que van a paladear café del bueno, sin pararse a mirar que a lo mejor lo han rellenado de ese sucedáneo de cereales tostados, que no está mal, que incluso mezclado con la leche recuerda al café de siempre, tiene un regusto agradable, pero, ¡ay! No es café de Colombia, si acaso se parece más al guineano, pero nada más.
Pues ahí estaba la afición venteña harta de tanto trapazo y tanto trapacero, hastiada de tanta pantomima, que incluso hoy también se ha hecho presente en forma de toreo vulgar y ventajista de Manuel Escribano. Que parece que por momento pone voluntad, incluso da la sensación de valor, mucho más si se compara con la apatía, falta de sitio y permanente crispación de Iván Fandiño, que parece aún instalado en aquella nefasta tarde de hace más de un año en este mismo lugar. Quizá por todo esto, en cuanto han visto el toreo de Paco Ureña, o quizá debería decir la disposición y colocación del lorquí, se han desatado las emociones. Ya me gustaría que faenas así fueran las peores de las que tuviéramos que tragarnos cada tarde, pero no me hagan creer que esto es lo mejor, café de Mocca puro, con ese tono rojizo y esa suavidad que entra por todos los sentidos. La verdad es que se ha pasado la tarde dando muestras de lo que es su toreo, dispuesto, pero a falta de un puntito de buen hacer, quizá el que le daría el temple.
Un gran pase de pecho de Paco Ureña Que caro es el temple, que no se compra con dinero, lo compran los que son capaces de mandar en las embestidas, los que saben tirar del toro y los que lo guían hasta que el pase queda rematado atrás. Una vez un sabio del toreo me dijo que la mano tiende a huir. Pues la de Ureña ha estado en fuga toda la tarde, si bien es verdad que previamente había colocación y mucha, mucha disposición por hacer el toreo. Hubo dos derechazos soberbios a su segundo al comienzo del trasteo, quizá algún natural aislado y un enorme pase de pecho para cerrar una tanda por la izquierda. Ya es mucho más de lo que quizá podamos ver en todo este mes de mayo, pero que el recuerdo del café puro no nos haga confundirnos, que aunque estemos ansiosos de saborear la gloria no podemos dejarnos ir y entregarnos para quedar desataos del todo.
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