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Con menos de un octavo de entrada se llevó a cabo la sexta corrida de feria en la que se disputó la oreja de oro. Se lidiaron siete de Enrique Fraga bien presentados en términos generales y sin transmisión.
Víctor Mora: salida al tercio
Juan Luis Silis: leves palmas
Antonio Romero: leves palmas
Gerardo Adame: una oreja
Luis Conrado: salida al tercio tras petición de oreja
Alejandro López: silencio tras un aviso
Brandon Campos: leves palmas.
Foto archivo Por increíble que parezca, salieron los toros durante la sexta corrida. El toro apareció en la Monumental de Hidrotermápolis y sólo unos cuantos quisieron verlo, lo demás seguramente son aficionados a todo menos a los toros. Qué gusto ver salir por toriles animales con cuernos más grandes que sus orejas, alegría daba la presencia que sólo la edad le puede dar a un toro de lidia.
Ayer por fin sentimos la emoción de eso que Almudena Grandes dice es el único milagro al que ha asistido: dos pitones en punta, un hombre desarmado, una muleta, y el arte que le salva de la muerte. El mérito de los siete toreros de ayer fue enfrentarse a la verdad del toreo, de verse con toros aun con menos experiencia que las “figuras” y sin las oportunidades de otros tantos jovencitos que por apellido forman parte de los carteles “categoría a”.
Lo cierto es que la única, la auténtica categoría de un torero es la de ser honesto. Con sus debilidades y fortalezas todos lo intentaron frente a los morlacos de Enrique Fraga, de los que más: Antonio Romero quien logró algunos pases con mucho temple y cadencia. Pero hoy el que más fue Gerardo Adame, se arrojó, se ofrendó por completo ante un toro que se dejó por momentos pero que no tenía transmisión, su valor se impuso y tras caer el toro vino la petición de una oreja concedida por la autoridad.
A saber cuándo en la Monumental volverán a salir toros, mientras tanto ahí queda la voluntad de Silis y Campos, el esfuerzo de Conrado. Ahí queda la prueba irrefutable de que cuando hay toro se ve quiénes quieren, quiénes pueden ser.
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