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En tarde soleada y con menos de un cuarto de entrada en la plaza de toros San Marcos, este medio día se llevó a cabo la novillada como parte del serial taurino 2016. Se lidiaron ocho de Marco Garfias justos y de fea presencia, de juego desigual.
Diego Emilio: salida al tercio y silencio
Andrés Manrique: silencio en su lote
Leo Valadez: orejas y palmas
Andy Younes: silencio en su lote.
 Foto archivo Por segunda ocasión se programó una novillada matinal como parte de los festejos del serial taurino, el resultado fue el mismo que hace un año, una entrada que ni siquiera llegó a la cuarta parte aun tratándose de una plaza más chica como la San Marcos. Sólo algunos aficionados hicieron el esfuerzo por despertarse temprano para llegar y darle el abrazo a la cumpleañera.
La felicitación que le hizo Diego Emilio a la plaza fue desabrida, fuera de sitio con su primero que se dejó hacer y tuvo recorrido, podrían rescatarse algunas verónicas muy reposadas. Delante del quinto todo fue arrebato y si bien consiguió una tanda muy buena por derecho lo cierto es que no terminó por acoplarse con el de Marco Garfias, el juez le concedió una oreja que no le va a servir ni de retazo.
Para torear en la feria los méritos ya no son necesarios así que se presentó Andrés Manrique para dejar sin torear al segundo en turno, lo hizo pasar un sinfín de veces, lo cambio de terreno tanto como quiso pero él jamás pudo hacer algo diferente que pegar pases sin ton ni son y lo mismo o peor sucedió con el sexto.
Todo lo contrario es Leo Valadez, quien desde el año pasado justificó en el ruedo el porqué está en un festejo de feria, la diferencia para bien de la fiesta es que hoy pudimos ver a un novillero muchísimo más reposado y claro de ideas, un torero que domina de cabo a rabo el oficio y que tiene todas las cualidades que se necesitan para hacer el toreo auténtico. El tercero de la tarde lució gracias a que Leo le pudo desde las verónicas muy despacito, después con la muleta hizo lo propio por ambos pitones y pegó un trincherazo que todavía dura. El novillo se fue apagando y lo despachó con media estocada al destazadero a donde llegó sin las orejas, un tanto sobrada la segunda; sin embargo, lo importante, lo que disfrutamos viéndole correr la mano con tanta soltura fue delicioso, fue catártico.
Con su segundo pudo hacer menos aunque en todo momento dio muestra de su voluntad y sobre todo la solvencia que tiene delante de los novillos, cubrió el tercio de banderillas y en el último tercio de plano se rajó el de Garfias imposibilitando algo más; palmas para reconocer a Valadez.
Otro colgado en el cartel porque sí fue el francés Andy Younes, un jovencito con valor pero mal colocado delante del cuarto al que poco pudo extraerle; mejoró un poco con el cierraplaza a pesar de lo acelerado, escuchó dos avisos pese a que se rehusaban a sonarlos en el palco de la autoridad.
Empapada en sol y sin por lo menos los casi cinco mil abrazos que merece, la Sanmarqueña cumplió sus primeros ciento veinte abriles. Solo un novillero entendió la dimensión del recinto y le rindió homenaje con lo terso de su capote y el temple de su muleta. El colofón fueron las mañanitas, porque el día que tu naciste nacieron todas las ilusiones.
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