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Un emotivo aplauso a Javier Castaño ha marcado el inicio de la última tarde de feria, atraía la patética imagen del cáncer vencido. Es difícil enumerar un detalle, ya que éstos han estado diluidos en la tarde haciéndola más llevadera. Hay que decir que los tres matadores han estado entregadísimos y que han hecho gala de los conocimientos que tienen ante estos hierros. Los miuras han sido flojos y nobles en general, aunque como bien sabemos, estos animales, siempre se guardan un as en la manga y sus lidiadores tienen que estar siempre alerta. Y pese a esa debilidad manifiesta -en algunos casos alarmante- la corrida ha peleado en varas. El primero hizo una gran pelea, Esquivel le dio más que a un tambor en la primera entrada; en el tercero fue aplaudido Chicharito y en el cuarto Agustín Collado estuvo sensacional echando el palo por delante en las dos entradas en el que el toro se vino con alegría.  Así de firme se ha pasado Rafaelillo a su primer miura. Foto: Lamaestranza Rafaelillo ha cortado la única oreja de la tarde en el cuarto, había realizado un animoso saludo tras irse a portagayola para después poner sus conocimientos al servicio de la lidia, adaptándose perfectamente a las condiciones del toro. Fue una faena de saber en la que también intercaló sabor cuando pudo. Su trasteo lo basó sobre el pitón derecho, tratando siempre al de miura con dulzura. Faena que rubricó con una estupenda estocada. De no haber fallado con la espada Rafael Rubio se hubiera llevado otro apéndice de su primero, que hizo una buena pelea en varas, y que en la primera entrada le dieron más que a muchas corridas comerciales en su totalidad. Se había quedado muy corto en el saludo, pero el torero murciano a base de porfía, técnica y temple, hizo que su oponente embistiera por los dos lados. Hubo notables pasajes de naturales a un toro que por este lado no quería nada. El trasteo estuvo basado en la mano derecha, ante un toro que conjugó la bravura y la nobleza a partes iguales y del que salieron ambos: toro y torero aplaudidos.
Castaño se las vio en primer lugar con Tenito, que era un tren: alto y largo. Parearon excelentemente Fernando Sánchez con torería y Lipi asomándose al balcón. Algunas tandas estimables podemos anotarle a Castaño ante este toro que cabeceó en exceso por la falta de fuerzas. Los conocimientos de este encaste valieron para que, Castaño, alternando pitones en cada tanda, sacase algo de un toro muy remiso. Los mejores pasajes los consiguió por el pitón izquierdo. Lo más brillante fue la estocada realizada en la suerte natural, en un volapíe casi perfecto del que el toro salió muerto cuando Castaño salía por el rabo: Estocada de premio. El quinto de la tarde fue el toro más cuajado del encierro y el que más guerra dio. Fernando Sánchez de nuevo volvió a estar torerísimo clavando enfrontilado y saliendo de la suerte apoyándose en los palos; y, Jaime Padilla hizo varios quites a una mano para enmarcar en las láminas del Cossio. El toro llegó a la muleta con la cara alta sin dar posibilidades a Castaño. Escribano se ha ido en sus dos toros a portagayola. Estuvo sereno en la lidia de su primero, al que su nobleza, aliada con su debilidad, dejó el trasteo sin emoción alguna. Tan sólo se lució en banderillas y cobró, el torero sevillano, una gran estocada. Una enorme cuna lució el sexto de la tarde. Con el que Manuel Escribano sólo pudo lucirse también con las frías. Al último tercio llegó con la gamarra echada y terminó derrumbado.
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