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Plana de emociones por la falta de casta de los animales lidiados… Por más que se empeñen los responsables de estos desaguisados, la fiesta de los toros sin emoción, no es nada o casi nada. Ha habido que esperar hasta el quinto de la tarde para que la adrenalina de la afición se moviese algo. El quinto, de nombre Opaco, es el que, curiosamente, ha puesto luz a una tarde sombría, éste quinto, sin ser un gran toro nos ha sacado de la asfixia que hasta ese momento padecíamos… Pero, lo sufrido, sufrido está. Fue en este quinto donde Manuel Jesús el Cid despertó, ya que en su primero nos dedicó una caricatura de faena ante un toro feble y descastado que terminó descaradamente rajado, ahora le vimos más entregado por el lado diestro, toreando con enfado; destacó un pase de pecho que murió en la hombrera derecha en un trasteo diestro. Así se ha gustado Joselito Adame. Foto: Lamaestranza En el sexto, Jarocho y Fernando Sánchez se lucieron en banderillas en sendos pares de poder a poder, dejándose ambos ver y aguantar con firmeza la arrancada del toro, antes de que Joselito Adame se luciera en un trasteo que prologó y epilogó brillantemente con firmes ayudados por alto de inicio y un soberbio manojo de pases desmayados por bajo, torerísimos, como broche, que fue lo más destacado de la tarde. En su primero lució desparpajo ante la cara del toro sin que el burel se percatara.
Poco pudo hacer Abellán con su lote. Su primero flojo y sin fondo, al que despachó de una inmerecida estocada, dio poco juego; y, su segundo, al que también recetó un gran volapié para despenarle, fue el más manso del encierro.
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