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Nada más, nada menos, que tener buen gusto para torear. Eso dejó Curro Díaz en sus dos faenas, generosamente premiadas con la salida por la puerta grande de Las Ventas.
Tiene Curro Díaz talento para el toreo cambiado, el desplante, los adornos, borda las trincherillas, torea vertical, erguido, aunque manda poco en el toro, quizá porque no alarga el pase.
En su primer toro dejó clara su decisión de torear despacio y además de su, como siempre, gran primera serie saliéndose con el toro a base de ayudados y trincherillas, toreó componiendo muy bien la figura, sin esfuerzo aparente, dejando pasar al toro más bien que cruzado y dominando, para rematar las series con su acreditado buen gusto. En su segundo compuso unos naturales de frente con las piernas abiertas en una postura muy suya, que no llega a ser relajada y por tanto natural, pero sí de gran belleza plástica y muy elegante. Mató de estocada al toro redondeando una gran actuación, que no tuvo continuidad en el que mató por cogida de David Galván, pues no quiso darse coba, quizá por las prisas de salir por la Puerta Grande tras más de dos horas y media de larguísima corrida.
 Primorosos muletazos de Curro Díaz que mitigaron el frío Los toros de Gavira, mansos, que embestían a oleadas, sin fijeza, yéndose de la suerte, permitían estar a los toreros, pero en faenas sin emoción, que sólo aparece cuando se junta la casta del toro y la decisión del torero.
David Galván, posiblemente por poner esa emoción que el toro no tenía, resulto cogido al inicio de su faena en la que demostró decisión y ganas de coger el tren de este año del cambio, que por fin, parece que llega y en el que hay más aspirantes que plazas.
Gran inicio de temporada a pesar del mal tiempo, animado en las gradas de sol por ese tendido joven que anuncia una renovación, también de aficionados, aunque para lo que se supone que debe añadir un nuevo público joven, parece demasiado pastueño. Ya sabemos que la emoción la pone la casta, también de los aficionados.
Foto: Muriel Feiner
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