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Mucho se dirá
sobre la encerrona del famoso Rodolfo Rodríguez, hombre y leyenda junto con su
alter ego, el célebre Pana. El
tlaxcalteca dio una tarde muy suya, muy fiel a sus conceptos y a sus líneas,
aunque duramente limitada por su estado físico. No podían faltar las vistosas
suertes con el capote, el trincherazo, los brindis, el guiño a los toreros
modestos (en este caso, sus sobresalientes), abreviar para no aburrir, y un
toro vivo. En fin, el matador cumplió en desplegar abanico panista muy de
acuerdo a su contexto.
Pero mi interés
es hablar de otra cosa. El toreo recio, puro, rudo, y duro lo puso el maestro Adolfo Sánchez con su capote durante la
brega del quinto. ¡Qué maravilla de lidia! Qué bella estampa aquella del torero
exhibiendo su escuela, tan mexicana, enfundado en un vestido sangre de pichón y
pasamanería, que no niega el recorrido de la experiencia. Estampa evocadora de
otros grandes toreros, cuya huella en las plazas se borra poco a poco ante la
imposición de las formas más cercanas a la usanza de la peonería española.
¡Qué maravilla de lidia! Poco a poco
construyó el menudo subalterno una sólida obra torera, discreta como
corresponde a su muy digna categoría, llena de solera, de técnica, de
conocimiento, y de eficacia. Capotazos justos y mandones, firmes, que además se
mostraron como el procedimiento adecuado cuando, en los últimos dos capotazos
del tercio de banderillas, el toro se le venció peligrosamente. Momentos de
peligro ante los que el patriarca de la zaga continuada por Christian supo
resolver con su gran oficio. En el último tercio, el apreciado Panita no pudo
hacer más que abreviar tras pegar solo un par de pases de tanteo, en los que el
toro mostró claramente su tendencia a terciarse.
Poco que hacer,
comprensiblemente, en las condiciones del Pana. Pero de vuelta en nuestro tema:
el maestro Adolfo con su brega nos dejó ver a cabalidad el comportamiento del
toro. ¿Qué más puede pedir un matador de su cuadrilla? Nada más que una labor
de maestro, como la de este domingo. Enhorabuena.
Este texto debe
hacer extensivas sus observaciones al resto de las cuadrillas, que ofrecieron
una gran tarde. Destacaron, también a la brega, Rafael Zenón Romero, y Fernando
García. En lo que respecta a las banderillas Fernando García Jr. dio una muestra de sus grandes condiciones. También
se picó bien toda la tarde, en la que destacó Omar Morales con un soberbio tercio de varas en el sexto. Vaya pues
la enhorabuena para todos ellos, además del maestro Panita que, bien o mal,
salió airoso de un compromiso aventurado.
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