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Ante algo menos de un cuarto de entrada, en una tarde con un clima espléndido, se ha celebrado la 1ª corrida de la Feria del Caballo Texcoco 2016, en la que Rodolfo Rodríguez El Pana se encerró con seis ejemplares de Manolo Espinosa. El encierro fue muy variado en presentación y comportamiento.
Rodolfo Rodríguez El Pana en solitario: palmas, silencio tras un aviso, leve división de opiniones tras tres avisos, al tercio, leves pitos tras un aviso y una oreja.
Notas: Actuaron como sobresalientes César Delgadillo, Jorge Delijorge y Alfonso Mateos quienes realizaron quites de manera alternada a los seis astados del encierro.vSoberbia actuación tuvo Adolfo Sánchez a la brega con el 5º. En varas destacaron Omar Morales con el 6º y César Morales con el 1º.
Una vuelta revestida de un gran cariño, admiración y respeto El resultado numérico no da buenas señales. Sin embargo, quien pudiera hablar del mejor resultado, es el propio Rodolfo Rodríguez El Pana; y ese, es un hombre que a los 64 años, no ha colgado el terno porque aún le quedan materias pendientes –como esta encerrona. Porque este viejo, este viejo precioso, lleva en el cuerpo y en el alma tantas ilusiones, como cornadas.
¡Viejo!, ¡viejo precioso! le gritaban al Brujo cuando esperaba la hora para partir plaza. Ahí, en el patio de cuadrillas se miraba tranquilo, rodeado de muchísimos fotógrafos, por tanto se tomó y se lo tomaron muchas. Firmó autógrafos, encendió su puro hasta que se abrió la puerta. Con casi 40 años de alternativa, Rodolfo Rodríguez El Pana se encerraba en solitario por primera vez para lidiar 6 toros 6.
Por primera vez en solitario La asistencia no fue masiva, pero todos cuantos se dieron cita fueron, por supuesto, fieles de El Brujo de Apizaco. Por ello, la vuelta al final del festejo fue dilatada. La parroquia quería reconocerle el esfuerzo, retribuirle y acoger con cariño a ese viejo, a ese viejo precioso.
El encierro de Manolo Espinosa tuvo casi de todo. Desde el noble hasta el que desarrolló sentido. El de bonitas hechuras, o uno más hecho, a alguno no muy bien conformado, u otro más escuálido. Ello marcó mucho el tenor de la tarde. El Pana estuvo como pudo estar. Está claro que no es un chaval, como está claro que pocos, a su edad y “corrido por terracería” tuvo los arrestos para echar pa’lante con seis. Y si decimos que salió en pie, no nos referimos solo a que hubiese salido andando, sino que ha salido exhausto, sin dejarse nada que no hubiera podido entregar. El esfuerzo físico ha sido grande, la espera y el renovar la ilusión turno tras turno no fue fácil.
Lances y trazos Destellos, esos muy de El Pana, estuvieron presentes toda la tarde; en cada toro. No se ha dado el trasteo cumbre, o alguno amalgamado. Un lance, algún o algunos muletazos de esos que nos trasladan a otras épocas, ya sea por alto o como durmiéndose en la largueza, un trincherazo y el más querido, las sanjuaneras.
Muy a la mexicana También hubo tres turnos difíciles. Abreviar con segundo y cuarto, para guardar fuerzas y con la mira puesta en llegar al final. O el tercero al que no pudo dar muerte. A la postre, el tiempo que tomó devolverlo al corral, sirvió para tomar un muy buen respiro.
No todo fue delante de la cara del toro. En una encerrona hay que pensar más allá. De mucho hay que tomar nota y aprender porque hoy más que nunca, es un hombre el que se viste de torero. La generosidad de Rodolfo, por ejemplo. Ese hombre y torero al que marginaron en sus mocedades, paga a la contra. Ha buscado a tres sobresalientes, sí para ayudarle en la lidia, pero para repartir con cada uno de ellos alternarse en los quites.
Un hombre y un torero solidario El primer brindis fue a la concurrencia con un “Gracias por venir”. Otro homenaje fue a un compañero y a la esposa de otro. Entre las cuadrillas llamó a toda la familia Morales, dinastía de varilargueros. A hombres que le han acompañado por muchos años y que hoy, por ejemplo dio una gran tarde: Adolfo Sánchez.
Gran peón de brega Y ahí, estábamos todos. Empujando turno a turno. Esperando. Que si la oreja ha sido más bien cariñosa, sí. Por ello, ya caída la noche, Rodolfo, El Pana, daba una vuelta al ruedo encontrándose -literal-, a cada paso con muchas caras conocidas, devolvió decenas de prendas y, al final, ese viejo, ese viejo precioso, también acogió el cariño de cada uno.
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