Se celebró, con lleno de "No hay billetes", la quinta corrida de la feria manizalita que conmemoraba el cincuenta aniversario de la celebración de la misma. Se lidiaron toros de Ernesto Gutiérrez Arango nobles, dulces, que se dejaron torear a placer, colaborando con el éxito de la corrida. Justos de presentación y con cornamentas muy cortas como es costumbre en esta ganadería. Destacó el sexto toro al que se le otorgó el honor de la vuelta al ruedo. César Rincón dictó otra lección de toreo y no solo por maestro y lidiador sino en orgullo y ganas de no dejarse ganar la pelea. En el primero pudo cortar trofeos pero el mal manejo de la espada le privó de eso. Escuchó palmas luego de un aviso. En el cuarto se echó de rodillas y como si fuera un novillero le echó ganas y enjundia porque la tarde se le podía ir y se la jugó hasta hacerse con el toro. Mato bien y cortó dos orejas. Manuel Caballero, que se despedía de la afición manizalita estuvo muy cómodo y feliz, jugando a torear. Cómodo no solo por la presencia de los toros sino porque goza toreando, en sus últimas horas como matador en activo. El temple y el llevar muy despacio a sus oponentes fueron el denominador común de sus actuaciones. Cortó dos orejas en su primero y una oreja en el quinto de la tarde. Uceda Leal tuvo una tarde redonda. Entendió muy bien a su primero al que le obligó estar en el centro del ruedo, instrumentando muletazos profundos y larguísimos. Mato muy bien, como es su costumbre y cortó las primeras dos orejas de la tarde. En el último de la tarde volvió a estar muy bien llevando al toro muy toreado en su muleta, especialmente por el lado izquierdo. Se alcanzó a vislumbrar un indulto pero entró a matar y de nuevo cortó dos orejas. Al final los tres toreros salieron a hombros junto al ganadero de la tierra. |