|
Festejos como el de esta tarde nos hacen cuestionarnos muchas cosas sobre el presente y futuro de la fiesta. Y no es que estas preguntas nos surjan por primera vez, sino que lo visto, nos hace recordarlas y, desafortunadamente reiterarlas con la realidad.
¿Qué podemos recuperar? Hemos perdido más de lo que aún tenemos, y el argumento o prueba de fuego está en el tendido vacío.
Lo que tenemos es atroz. Un encierro de novillotes engordados, corniausentes y descastados. Dos toreros que, algún día fueron promesas firmes, convertidos en ausencia.
Ignacio Garibay se limitó a desdibujar una faena, con el torito de la ilusión, esos que no dejan de pasar, no molestan y colaboran mucho. Mucha vulgaridad en algo que fue acumular pases, cuando en otro tiempo fue un torero con clase y sobriedad. ¿Podrá este torero capitalino recuperarse a sí mismo?
¿Podríamos como afición, o nuestra fiesta, recuperar a ese novillero con gran gusto, buenas maneras e interpretación? La respuesta parece ser del todo contradictoria: puede, pero no quiere.
¿Algo de esto se podría aún recuperar? ¿Podría ser que en lugar de ofrecer un año y otro también, un puesto a un torero que no ha hecho nada, ni aquí ni allá, sirviera para intentar recuperar a otros?
¿Podemos recuperar algo de grandeza o nuestro horizonte se conformará con aquello de entre lo perdido, lo que aparezca?
|
|