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La ficha del festejo.
El ganado de Arroyo
Zarco fue luz y sombra: si bien envió un toro de buen juego, y otro
sobresaliente, también se posa sobre su corrida la mácula de la carencia de
trapío, particularmente por delante. La pobreza de caras y cabezas es para cuestionarla, y más en comparación con lo que la misma casa ganadera mandó al
Nuevo Progreso de Guadalajara. ¿No puede venir eso a México? ¿Un toro más
desarrollado y menos atacado de kilos, quizás? En cuanto al remate de carnes,
en general la corrida fue corta de caja y honda, quizás muy pesada para sus
dimensiones. El castaño girón que hizo primero, en todo caso, fue el peor
presentado de la tarde, seguido por el sexto, serio en sus carnes, pero muy
poco ofensivo por delante.
Así se entregó "Ilusión". Es en el aspecto del juego de los toros en el que
surge necesariamente un matiz insalvable: por lo menos dos toros caminaron y
dieron opciones claras de triunfo. Uno de ellos, el destacado cuarto, de nombre
Ilusión –n. 156, 511 kg.-, tocó en
suerte al primer espada, Ignacio Garibay,
quien reapareció en esta plaza tras una ausencia de más de dos años. Nacho
reconoció que tenía un toro importante en las manos, y dio rienda suelta a su
tauromaquia, en una faena que tuvo momentos intensos, pero que también anduvo
entre la irregularidad de venirse para abajo o seguir creciendo.
Garibay hizo el toreo con la izquierda si con
delicadeza, pero también muy de lejecitos, y por ambos lados hizo falta
empaque. Hizo falta rotundidad que, sin duda, pudo extraerse del magnífico
cárdeno, que era un gusto verlo arrancarse de largo. Entre los defectos de Ilusión, estaba el salir con la cabeza
arriba hacia el final de la faena, y no haber peleado en la vara. Pero, la
verdad sea dicha, en esta plaza se han indultado animales por juegos mediocres
en comparación con el de este toro.
Basta con ver el rabo. En fin, el torero capitalino consiguió una faena
importante en la medida de sus limitaciones, bien rubricada con la espada, y se
reencontró con un público que le esperaba cariñosamente en recuerdo de su
dilatada carrera en esta plaza. Esa misma concurrencia lo premió exigiendo las
dos orejas de un toro que bien se pudo ir sin rabo al destazadero. A Ilusión se le premió con un arrastre
lento que bien pudo ser una vuelta al ruedo.
El abre plaza se llamó Romance –n. 153, 529 kg.-, castaño girón de muy pobre presencia, que
tenía más teclas para tocar. Un animalillo menos claro, quedadito y un tanto
más débil. Garibay peleó por encontrar la distancia, y procedió con cierta brusquedad.
La gente en la plaza, que, como ya se mencionó, lo esperaba con los brazos abiertos,
le permitió dar una vuelta al ruedo.
Aunque de pronto embistió más deslucido. Pedro Gutiérrez Lorenzo estuvo en Pedro Gutiérrez Lorenzo. Firmó un
trasteo muy correcto y tremendamente desabrido con el buen segundo, de nombre Incienso –no. 175, 448 kg.- al que le
pegó una enorme cantidad de pases, posiblemente hasta con una estructura
correcta, pero sin conectar con el tendido. La gente lo respetó y recibió
algunas palmas tras un aviso.
Pedro El Capea, una tarde más en México. El quinto, castaño de nombre Oro Puro –n, 162, 486 kg.- castaño bien construido aunque muy poco
ofensivo, se dio un par de vueltas de campana. Indudablemente, ello mermó su desempeño.
El Capea tampoco hizo por poner de
su parte y firmó un trasteo intrascendente en la que la gente lo siguió
respetando muuucho, a pesar de los justos pitos de un sector del público. Pero
no importa, de cualquier modo lo veremos en la Plaza México el año que sigue, y
el que sigue, y el que sigue, y el que sigue, y el que…
Mario Aguilar con el capote. Completó el cartel Mario Aguilar, pasado de peso y con un desempaño torero
desconcertante. El hidrocálido estuvo ausente en sus dos turnos, poco pudimos
ver de aquel novillero que pusiera a la afición a soñar. Es verdad que Mario
sorteó el peor lote, pero también es verdad que no vimos claro al ex alumno de
Tauromagia. Solo un buen recibo con el capote, y un par de momentos de recursos,
como los pases por la espalda al tercero, lograron despertar al público durante
la actuación de Aguilar. Con la espada se hizo escuchar dos avisos, uno en cada
turno. Su lote se conformó por los toros Bienvenido
–n. 160, 502 kg.-, y Romance –n. 153,
529 kg.- Solo este último fue protestado de salida.
Aguilar por la espalda. En conclusión, vimos un gran toro, no de los que son
un espectáculo por sí mismos, sino de esos que necesitan de la ayuda del torero
para darlo. Dada la carencia de todo a lo largo de la temporada, Ilusión se cuela, sin lugar a dudas,
entre lo más destacado de la temporada hasta ahora. El Capea volverá, a pesar
de todo, el próximo año, y Mario Aguilar necesita reencontrarse con sí mismo si quiere mantenerse a
flote.
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