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El diestro español Paco Ureña cortó la única oreja de la tarde en la que se lidiaron seis toros de Miura, durante la segunda corrida del abono de la Feria Taurina del Señor de los Milagros. Los tres diestros hicieron el paseíllo desmonterados por ser nuevos en la plaza. En tarde nublada y con algo más de media plaza, se lidiaron seis toros de la ganadería española de Miura, desiguales en presentación, los tres primeros terciados, todos sacaron a relucir las dificultades propias del encaste cabrera, destacando en su embestida el lidiado en sexto lugar.
Rafaelillo, palmas y silencio
Manuel Escribano, silencio en ambos
Paco Ureña, silencio y oreja.
Paco Ureña paseó la única oreja de la tarde Rafael Rubio Luján “Rafaelillo” dejó ver su disposición desde que se abrió de capote con largas cambiadas que fueron muy aplaudidas por los asistentes, las verónicas jaleadas y la ovación se dejaba escuchar. El animal salió quebrantado del encuentro con el caballo, perdiendo las manos. Con la muleta Rafaelillo tuvo que torear a media altura para que no ruede el pupilo de Miura, tras el segundo muletazo el animal se quedaba corto. Su labor fue aplaudida. Con el que hizo cuarto el diestro hispano dejó ver el cofre de su técnica con el percal ante la brusquedad del Miura, mientras que con la pañosa poco pudo hacer a pesar que inició su labor con muletazos de castigo de pitón a pitón, pero que se disminuyeron por las dificultades que mostró el toro, su labor fue silenciada.
Manuel Escribano que era solicitado por un sector de la afición limeña, mostró algunas cualidades. Al segundo de la tarde con el capote se hizo aplaudir por su voluntad, al igual que en banderillas, pero con la muleta a pesar de su empeño poco se puede reseñar por estar justo de fuerzas el toro. Su labor fue silenciada. El quinto de la tarde causó gran expectativa al verle ir paso a paso hacia los tercios donde se hincó de hinojos para recibir al toro con una larga cambiada de gran rumor. Con los rehiletes no estuvo fino. Con la muleta tenía recorrido, pero fue quedándose parado a cada muletazo, fue mucha voluntad y poca tela para trabajar. El silencio fue el resultado al quinto de la tarde. Francisco José Ureña Valera “Paco Ureña” desató muchos murmullos en el cotarro taurino peruano, porque su recuperación se seguía en el día a día y se tejieron muchas especulaciones sobre su presentación. Con el tercero de la tarde poca es la labor que podemos reseñar, ya que con el capote y muleta las dificultades que presentó el Miura, acompañadas de las pocas fuerzas, limitaron su actuación a algunas palmas que al final se silenció su labor. El sexto fue el mejor ejemplar del lote que vino a Lima por su embestida repetidora y metiendo la cabeza hasta que desarrolló sentido. Ureña dio series cortas por la derecha, rematando con el forzado de pecho que encandiló al público asistente. Derrochó valor con la muleta en cada serie que dio, hasta que fue prendido aparatosamente, continúo toreando y después de un pinchazo dejó una entera que el respetable premió con los pañuelos blancos y el presidente de la corrida concedió entregándole la única oreja de la tarde.
Rafaelillo toreando a media altura a un ejemplar de Miura en Acho Manuel Escribano colocando un buen par al primero de su lote Un pase cambiado de Escribano Paco Ureña toreando al natural al sexto de la tarde Largo derechazo de Ureña al que el que cortó una oreja Apostillas. – Cinco de los seis toros fueron pitados en el arrastre. Ingresó al servicio médico el banderillero José María Manzano, de la cuadrilla de Rafaelillo, que fue prendido en el primer toro, siendo intervenido en la plaza de Acho y de ahí trasladado a una clínica local, con el siguiente parte facultativo: “Herida por asta de toros en la cara posterior e inferior de la pierna izquierda, con dos trayectorias, una de 5 centímetros, la otra penetrante en forma ascendente de 6 centímetros”. El matador Paco Ureña brindó al novillero Joaquín Galdós, luego toreando de muleta sufrió una aparatosa voltereta en el sexto de la tarde cuando toreaba de muleta, quedando un poco conmocionado al caer a la arena.
Fotos: Rafael Morán
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