En noche fresca en la plaza de toros San Marcos y con tres cuartas partes de aforo se llevó a cabo la final del certamen “Por un novillero monumental” Se lidiaron seis novillos de Villa Carmela variados en juego y presentación.

Diego Emilio: salida al tercio, vuelta al ruedo por su cuenta y división de opiniones tras dos avisos.

Juan Padilla: división de opiniones tras dos avisos, silencio y división de opiniones.

Por decisión de un jurado que encabezó Ramón Francisco Ávila Rivera “Yiyo”, se determinó que el novillero Diego Emilio fuera el triunfador del serial.

Por ahí del miércoles 28 del mes pasado me acerqué a la taquilla de la San Marcos para comprar unos boletos y al preguntarle al taquillero sobre la venta me respondió “pues ahí va”, es decir como que no quiere la cosa. Luego el día que se iba a llevar a cabo la novillada, se suspendió por las lluvias yq quedó pospuesta para el viernes 6 de noviembre. Pensé que eso daría margen para que la gente se acercara a por sus boletos pero no fue así, faltaban diez minutos para las 20:00 hrs y la plaza apenas tenía un pelo arriba de la media entrada; al final casi se completaron los tres cuartos de aforo. Ahora bien, como dijo el señor de las botanas “somos pocos, pero puros taurinos”.

Puntual como es la fiesta taurina, dio inicio la final del certamen Por un novillero monumental y luego del paseíllo se informó que en caso de que los alternantes resultaran igual sería el jurado el encargado de decidir quién sería el triunfador.

Diego Emilio anduvo muy puesto toda la noche. Mostró hechuras con el que abrió plaza, el novillo más pequeño de la noche pero bien presentado. De zapatillas firmes desde que se abrió de capa, lanceando muy acompasado, con los brazos abiertos sólo lo necesario pegó verónicas de mucha pulcritud y el ole afloró de las gargantas. Entregado a su papel dirigió la lidia y puso en suerte al de Villa Carmela con el picador que le puso dos puyas; enseguida Juan Padilla propuso la rivalidad al intentar hacer un quite que no le resultó y Diego que está más cuajado respondió echándose el capote a la espalda para citar a Catrín y quitar por gaoneras, sobre todo la primera fue de escándalo por la cercanía con que se ciñó. De muleta empezó muy largo por abajo, le dio aire al novillo para continuar con una tanda de naturales bonitos que gustaron y que no pudo rematar con el de pecho porque se le coló. La banda empezó a tocar y el muchacho adueñado del ruedo les pidió silencio; de ahí en adelante lo único que se escuchaba era su voz haciendo el cite, en ese diálogo intimo con el novillo al que su pulso le indicaba por dónde ir. Buenas maneras pero se fue acabando la materia prima, era hora de tirarse a matar; estuvo mal con la espada, lo invitaron a saludar en el tercio.

El tercero de la tarde fue un novillo bien presentado pero nada fácil. El hidrocálido apenas lo saludó con el capote, Arlequín cumplió en el tercio de varas y luego vino el quite por tafalleras. Con la tela roja sudó ante un novillo que siempre iba con la cara arriba, muy incierto, a veces distraído. Diego logró ligar alguna tanda por derecho; nuevamente pesado con el acero y se regaló la vuelta al ruedo.

Bienvenida fue el quinto de la función y tercero de su lote, un  animal que escuchó palmas apenas salió, el morrillo y los pitones lo decían todo, acababa de salir un toro. Diego abrevió con el capote, el de Villa Carmela tumbó al picador aunque desafortunadamente  en el último tercio no fue a más, ahí fue cuando el novillero tuvo que fajarse e inventarse una faena ante el toro que aparte de ir con la cara arriba no permitía completar los pases. Muy mal con el estoque, dos avisos y división de opiniones.

Juan Padilla con mucha voluntad, con deseo de estar pero del mismísimo color del limón. Con el segundo de la función que no era una pera en dulce le resultó complicado imponerse al genio del novillo, luego con la espada sufrió dios y ayuda, dos avisos y eso porque el juez sin autoridad no traía reloj. División de opiniones en el tendido.

Y cuarto, Salamero, lo dejó desnudo en la plaza. Un novillo bien hecho aunque de fea cornamenta que le pidió el carné de identidad y el chaval no pudo presentarlo. Le falta mucho mucho rodaje, ojalá con el paso del tiempo y los novillos tenga más recursos técnicos, pero de momento no transmite, le falta andar y pararse como torero. No pudo construir nada con su segundo, a pesar de que este era fijo, repetidor, movía siempre el rabo, tenía su casta y nunca abrió el hocico; pinchazo y media para oír silencio.

El sexto fue complicado y Padilla no tuvo sitio, división de opiniones.

Ya dirá el toro quién si y quién no. De momento nos alegra que Diego Emilio vuelva  a figurar en los carteles, ha evolucionado mucho y si se le deja cuajar será algo más que un buen torero, claro está que para eso deje entrenar la suerte suprema, pero de que está puesto y dispuesto ni duda cabe.

Aprovecho el espacio para contarles que se anunció un festival para el sábado 14 de noviembre en la San Marcos a las 16:30 hrs donde estarán Pedro Bilbao, Alejandro Esparza, Rafael Díaz de León, Fernando Vásquez, Luis Pasero, Jorge Cavillo.