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Es domingo 25 de octubre y da comienzo la temporada grande en la Plaza México, la que lleva consigo su setenta aniversario.
Con un cartel de expectativa que conformó Eulalio López “Zotoluco”, José María Manzanares y Joselito Adame, entrelazaron contacto con dos ganaderías: Julián Hamdan que lidia el 1°, 2° y 3° y Xajay en el 4°, 5° y 6° de la tarde. Parece que el tema de la bravura será polémico toda la temporada.
Ha sido una tarde de buena entrada, bondadosa en clima y culminante, en que Joselito Adame confirmó su sitio de figura, en medio de una afición capitalina que añoraba verlo desde la temporada pasada. Así son los asuntos paranormales de la fiesta. Adame ha toreado de manera soberbia a los dos toros de su lote, llevándose tres orejas a la larga colección que va aumentando tarde a tarde en donde el coleta se presenta.
En su primero de nombre “Gravado” (cuidado con la ortografía de la pizarra, que los niños acuden a las plazas) le dio las buenas tardes con unas bordadas verónicas, para después del tercio de varas, recordar al infante torero que fue y pegar unas chicuelinas lúdicas que estremecieron al tendido.
Y como el toreo es inteligencia, Joselito comenzó su faena por alto, para después dar unos muletazos que hasta las hojas de los árboles que abrazan el entorno de la Plaza México se desprendieron jubilosas con la vibración de los olés.
En su segundo “Javito” continuó la algarabía con tersos lances, y unas zapopinas que dejaron afónico al tendido. Fue hermoso ver como hasta la montera de morillas tenía total complicidad con su dueño, volaba cual golondrina de azares sobre la arena, sin jamás voltear la cara al cielo.
Pegadito a tablas, de hinojos entregó a la afición por medio de su muleta un recordatorio de lo que es saber esperar para verlo torear en esta plaza, y así, acentuar que ver faenas como estas también anclan a la vida y trascienden a la eternidad.
La suerte suprema siempre será “suprema” y más al intentar recibiendo, sin embargo, los pañuelos que llevaba la afición se tornaron felices palomas.
De y desde el pecho los remates Por su parte José María Manzanares, quien hasta en el nombre lleva aroma, toreó a la verónica con la misma seriedad del color de su terno, azabache y fina pasamanería negra; en cada lance detuvo el tiempo y arrulló las almas maltrechas que llegan a la plaza en busca de consuelo en preludio de noviembre.
Manzanares fue ambidiestro con su astado y dejó claro la clase que derrocha cuando su pañosa acaricia la arena. Más que “imborrables momentos” como se llamó su burel, toreó con arte y categoría, llevándose una oreja en su espuerta.
Una media que es un remate entero Eulalio López “Zotoluco” se le vio disperso, quizá se quedó por instantes en el mes de abril que llevaba el color de su terno. Vendrán otras tardes en que seguramente entregará todo su temple y madures que lo caracteriza digna del matiz ocre del otoño.
*Fotos: Humbert
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