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La esperada corrida de Saltillo en Madrid fue un gran éxito. Con cinco toros de nota, uno de ellos, el quinto Viergado-2, excepcional, bravo y codicioso.
Interés, acometividad, leña en el caballo y nobleza en las embestidas fueron las características de la corrida y sobre todas: la casta del toro bravo, lo que no se debe perder.
Viergado-2 tuvo los problemas e incertidumbres de la casta, su comportamiento cambiante, se fue del caballo en la segunda vara y sin embargo, volvió con fijeza en la tercera entrada. Si se hiciera en España la suerte de varas con la mitad de la profesionalidad y el interés con que se hace en Francia, habríamos visto un gran espectáculo, pero parece que los picadores son una suerte de matarifes que alancean al toro desde su atalaya guateada, sin el menor interés por hacer la suerte, mostrar la bravura del toro y respetar al público.
Apretó fuerte en banderillas, llevándose por delante a David Adalid quien le cuadró en la cara el tercer par y repitió incansable en la muleta de José Carlos Venegas, quien le aguantó y nunca le perdió la cara, aunque no llegara a llevarlo dominado y lo mató de una gran estocada arriesgando mucho.
La fiesta de la casta. Esta ganadería para San Isidro. Un toro de vacas. Eran los comentarios que se oían por los tendidos, que pidieron con fuerza la vuelta al ruedo al toro, que el errático presidente de turno no concedió.
El curioso salto de la garrocha realizado por Raúl Ramírez, con el quite con las banderillas de Sánchez Vara, realzaron una gran corrida con un bello primer toro encastado y noble, manso y con peligro el segundo, noble y flojo el tercero, noble y bravo el cuarto, excepcional el quinto y codicioso el sexto, que hicieron que los aficionados allí congregados aplaudiéramos al mayoral al finalizar la corrida.
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