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Onceava novillada de la temporada chica de la Plaza de toros Monumental México. Pobre
entrada, que quizás rozó las dos mil personas. En tarde nublada, con amenaza de
lluvia que se materializo a la muerte del sexto, se lidiaron seis novillos del
hato guanajuatense de Marrón. Resultaron
mal presentados, sospechosos de pitones, descastados, y que dieron un juego
bastante pobre y aburrido. En cuanto a presencia, estuvieron un poco por arriba
de sus hermanos los lidiados en tercer y cuarto lugar. En cuanto al juego, el
segundo tuvo buenas condiciones, y el quinto pareció tenerlas por momentos.
Actuaron cuadrillas completas comandadas por los novilleros:
Antonio Mendoza: leve división de opiniones tras dos avisos, y
palmas.
Javier Castro: oreja de poca fuerza, y palmas tras aviso.
Gerardo Solís: silencio tras dos avisos, y leve petición. Una oreja flojita, a tono con el conjunto del festejo. El fin de la temporada está encima, y la tauromaquia
en la capital perdió otra oportunidad de reafirmarse importante, de
consolidarse con nuevos valores para hacerle frente a un futuro complicado. En
fin, para salir de la intrascendencia. Pero el planteamiento empresarial
incomprensible nos deja en donde nos quedamos. Once novilladas y ninguna cabeza
se alzó para jalar el barco. Como lo hemos reseñado aquí, pocos chicos han mostrado
el rodaje necesario para aspirar a tal cosa, pero, aun así, oportunidades no
faltaron para poner arriba a un novillero. Ahí quedaron Juan Pablo Herrera,
Nicolás Gutiérrez, y Rafael Serna, los toreros ya más logrados que pisaron el
albero de la monumental en este serial, además de algunos prospectos a medio
camino, que bien pudieron dar lustre a la temporada, y algunos otros que no se
presentaron.
Seguro que Serna, si es que viene, nos deslumbrará de
nuevo en el cerrojazo, nos emocionaremos con Gutiérrez, y lo suyo tendrá para
decir quien cierre la terna, pero mientras, ya no metieron gente a la plaza. Ya
no soltaron la bomba en la conciencia colectiva de la capital, ya no hicieron
ruido, ya no provocaron una cascada de festejos menores en provincia, y seguro
que el siguiente año será igual. Por lo tanto, habrá que esperar hasta que
confirmen la alternativa, y, siguiendo el modelo actual, pasen tres o cuatro años
de actuaciones medio sobresalientes para que algún público medio masivo más o
menos empiece a llegar a la Plaza México, aun cuando los aficionados los
hayamos visto mucho tiempo antes. Claro, que todo ello ocurriría en el mejor de
los mundos posibles en el que ninguna de sus prometedoras carreras se vaya a
pique. Por lo mientras, solo queda decir que, lo más
exitoso de la temporada, fue la transmisión por internet de Televisa, que
comenzó como el feíto en el arroz de la propuesta en línea de la empresa, y
que terminó cobrando buenas cuotas de participación en redes sociales. Más
ilógico se vuelve aun, con los resultados a la vista, que la Plaza México sufra
por tener dos mil personas en sus tendidos. La única explicación lógica de que
esto funcione así, se escapa a lo estrictamente taurino, e incluso al
funcionamiento teórico de una empresa, digamos, tradicional. En realidad,
se interna en el juego político y económico
de poder en el que participa una oligarquía a la que pertenecen las empresas
más destacadas del ámbito taurino nacional. Sean espectáculos taurinos, casas toreras,
o productoras globales, todas están, antes que otra cosa, al servicio de los
intereses del capital que las sostiene. Así es en los toros…y en el futbol, y
en la construcción, y en la minería, y en los altos hornos, y en los servicios.
Para sintetizarlo en una expresión: en todo el ramo industrial de la República
Mexicana. Aterrizando en lo acontecido en el coso de
Insurgentes, hay que decir que se lidió una novillada de Marrón, pobrísima de
todo y de paupérrimo juego, que en poco mejora la impresión de la seguidilla de
pésimos encierros que esta casa ganadero ha enviado al albero capitalino
durante años. Como era de esperarse, las actuaciones de los muchachos
estuvieron profundamente condicionadas por las condiciones de la materia prima. Al primero de Mendoza se le nota lo débil hasta en las fotos. Abrió plaza Antonio
Mendoza, novillero triunfador de la temporada pasada, que participó en la
inauguración de esta, y retornó nada más y nada menos que diez festejos
después. Después de algunas tardes anodinas, volvió a la senda de la vergüenza torera,
y tuvo dos actuaciones sólidas ante dos novillos distintos. El primero, Insurgente –no. 98, 401 kg.- fue un
animal mortecino, que lo mismo daba una embestida borreguna, que se quedaba o
buscaba los tobillos. Mendoza logró algún momento estético sobresaliente. Mató
muy mal, se metió en líos con el descabello, y escuchó dos avisos. El cuarto
fue Corregidor-no. 117, 409 kg.-, un
bovino registrado ante la ANCTL como toro de lidia, pero que se comportó como
algo muy distinto. Antonio no pudo nada más que robarle un par de buenas
verónicas y un gran cambio de mano con una rodilla flexionada.
Pocas opciones. Javier Castro le cortó una oreja a Conscripto-no. 144, 403 kg.-, que tuvo un lado izquierdo
sensacional, y con el que el novillero alcanzó cierto acoplamiento por
momentos. Sin embargo, el binomio acabó por venirse abajo. Quizás el buen momento,
junto con el recuerdo del vistoso recibo capotero, propiciaron una petición de
oreja, concedida por Gilberto Ruíz Torres, que no tuvo eco en los tendidos
durante la vuelta al ruedo. El quinto, Heroico-no.
127, 434 kg.- se decidió a repetir en algún momento de la faena de muleta, lo
que provocó un par de series en las que rugió la plaza. Tristemente, ni Castro
pudo propiciar que ese comportamiento continuara, ni al novillo le alcanzó la hipotética
casta para lograrlo. Tras matarlo bastante mal, surgió una irrisoria petición
de oreja que le negaron bien.
Castro al natural. Cerró plaza Gerardo
Solís, coahuilense voluntarioso y fiel al concepto de la variedad y la
alegría, que estuvo especialmente destacado con el capote y las banderillas. Basado
en una creatividad desbordada, e incluso bien lograda, elevó las expectativas en
el tercero con miras a la faena de muleta, que desafortunadamente fueron
derrumbadas por el difícil mansurrón de nombre Constituyente-no. 98, 401 kg.- que no se la puso fácil al joven,
que anduvo revolucionado y verde. Dos avisos. La cereza en el pastel de un encierro digno de
llanto fue Cadete-no. 108, 400kg.-
que solo se prestó para el lucimiento en banderillas. Solis poco pudo hacer con
tan pobre materia prima, y algunos despistados de los pocos quienes no habían huido
de la lluvia pedían la oreja.
Solís, vistoso con el capote. Al serial menor le queda otra novillada, y, pasado
el trámite, entonces sí, a otra cosa
mariposa. Los mecanismos empresariales comenzarán a funcionar para hacer
los anuncios oficiales, y ya estaremos listos para los festejos del
LXX aniversario del coso monumental de Mixcoac.
Ganas de agradar. *Fotos: Luis Humberto García.
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