Foto archivo
A buen seguro que nadie salió defraudado de la tarde de toros en el coso del Paseo de Zorrilla. Un festejo triunfal y triunfalista, en el que no todas las actuaciones tuvieron el mismo peso específico.Destacadas las actuaciones de Morante y Castella.
El encierro de Zalduendo, de dulce, puso en bandeja el triunfo de los toreros, derrochando nobleza a raudales. Si bien es cierto al conjunto de la corrida le faltó algo de transmisión en el último tercio.
Con clase y bondad pero rozando la invalidez el que abría función. Tuvo prontitud el codicioso segundo. Extraordinario en la muleta el tercero, hizo el avión. Noble y rebrincadito el cuarto. Le faltó fuelle al manejable quinto. Rajado e incierto el que cerraba plaza.
Se derrumbó con estrépito el primero de la tarde, claudicando en repetidas ocasiones desde su salida de chiqueros. Morante, sin embargo, parsimonioso y ajeno al reloj, siempre a media altura logró que el toro se afianzara. Firmando la mejor tanda de la tarde sobre la diestra, desmayado y abandonado dibujó muletazos de 24k, toreando con las yemas de los dedos, ausencia de toques y tirones bruscos, paladeando el bombón que tenía enfrente, como un niño disfrutando de un helado. El volapie lo ejecutó a cámara lenta, dejando una estocada entera y caída.
Castella protagonizaría con el segundo una faena con ritmo e impecable técnica, siempre con la muleta planchada, sin dejársela tocar. Faena de largo metraje y buen tono al que le faltó ajuste, dandole algunos circulares invertidos muy largos en el epílogo, ya librando un cuerpo a cuerpo con el toro que tuvo codicia y repetición en la embestida. Contundente el francés con la tizona.
A manos de Manzanares vino el toro de mejor nota del encierrro, apretado de carnes pero muy bien hecho, cortito de manos y cuello largo. Se desmonteró con los palos Curro Javier, destacando la eficacia en la brega de Rafael Rosa. Empaque y elegancia de Manzanares, en una faena en la que primó el continente sobre el contenido. El toro hizo surcos por el pitón izquierdo, planeando en su boyante embestida, el alicantino dejó pasajes de alta nota, sin embargo le faltó rotundidad a la obra, por debajo de un gran toro de nombre "Ruiseñor". Soberbio el volapié tas pinchar en el primer envite.
Apretó el cuarto en el caballo, romaneando, se agarró bien con la vara Cristóbal Cruz. Muy torera la apertura de faena por ayudados agarrado a las tablas. Morante firmó una faena perfecta e imperfecta. Una labor preñada de torería y naturalidad que hizo olvidar los enganchones que se sucedían en la faena. Dando cabida al toreo preciosista, trincherillas, cambios de mano, arabescos. Precioso el epílogo, muy jaleado, por ayudados por alto en el centro del platillo. Rubricó su obra con una estocada entera y tendida.
Por delantales y chicuelinas recibió a Castella en el quinto. Principió su labor muletera con cambiados por la espalda en los medios, marca de la casa. Faena intermitente del de Beziers con altibajos, en los que se intercalaron momentos sobre la diestra de gran lucidez con otros más embarullados. De excesivo metraje una faena culminada con media estocada tendida tras pinchar.
Incierto el que cerraba plaza, un toro que arrolló de salida pegando taponazos, se desmonteró con los palos Rafael Rosa. Afanosa labor de Manzanares con un deslucido toro que se acabó rajando. Eficaz con la espada.