Octava novillada del serial novilleril 2015 de la Plaza de Toros Monumental de México. Ante una pésima entrada que quizás rosara las dos mil personas, se lidiaron tres novillos de la ganadería tamaulipeca de Los Ébanos (primero, tercero, y quinto), muy en el tipo de su encaste, y otros tantos de Marco Garfias (segundo, cuarto, y sexto), dos correctos de presencia, y uno, el segundo, bastante por debajo de sus hermanos. En cuanto al juego, la novillada brindó posibilidades a los novilleros, que excepto por uno, en poco los aprovecharon. El clima fue cambiante: al inicio del festejo el Sol pegó sin misericordia, pero la tarde se tornó nublada y lluviosa a partir del tercero. Durante la lidia del quinto se soltó el episodio de precipitación más fuerte. Actuaron cuadrillas completas a las órdenes de los novilleros:

Xavier Gallardo: silencio, y pitos tras aviso.

Gerardo Rivera (presentación en esta plaza): al tercio, y una oreja.

Camilo Pinilla (presentación): silencio en su lote. Aviso en el sexto.

Rivera tocó pelo.

La semana, en términos taurinos, está marcada por un tema: la prohibición de la fiesta brava en el estado de Coahuila, promovida por la inefable rata Rubén Moreira Valdéz, amo y señor de aquel estado, dueño de las instituciones, y representante de la peor versión de la pusilánime ilusión de democracia del mundo moderno, pero específicamente, del vulgar caso mexicano. El señorito, más preocupado por cortar cabezas de personajes locales incómodos para su régimen que en castigar al histórico ladrón de su hermano, el no menos grotesco Humberto Moreira, pasó sobre el derecho al libre esparcimiento de muchos ciudadanos de su estado mientras intenta enlodar a su adversario Armando Guadiana Tijerina, ganadero y empresario de la Plaza de toros Fermín Espinoza “Armillita”, de Saltillo, a quien, de paso, le niega el derecho a la libre empresa.
 
Desde aquí respaldamos al señor Guadiana en sus supuestas aspiraciones políticas, con miras a que la traición (y el desfalco) coahuilense no se quede(n) sin castigo. Enviamos también todo nuestro apoyo al matador de toros Arturo Gilio, empresario del Coliseo Centenario de Torreón, y participe de una fuerte inversión en la Comarca Lagunera en las acciones legales que interpondrá contra el decreto del todopoderoso Duce. Del mismo modo, si no triunfa la razón en este asunto, lo invitamos a retirar su inversión del estado. Si no hay toros, que se queden con el elefante blanco, y que se metan las pérdidas por donde les quepan.

Rubén Moreira Valdéz y su nuevo traje de gala.

Algo nos deja tranquilos, y es que, debido a la gran tradición taurina en la entidad norteña, la prohibición es la más frágil de las promulgadas hasta ahora. Un museo de cultura taurina en la capital del estado, financiado por el des-gobierno de Moreira, la avala, y será cuestión de tiempo antes de que la imposición termine por caer. Ya sea gracias a los medios institucionales legales, o a la corrupción imperante en el estado mexicano. Se corre el rumor de que en las mazmorras del Partido Revolucionario Institucional, sus oscuros habitantes están muy molestos con la decisión del “servidor público”, y que le costará caro por la vía de las influencias. Cómo sea, pero, sin necesidad de que nadie tome alguna acción violenta en su contra-la deidad de su preferencia no lo quiera-, las va a pagar.

Por supuesto que la pobre concurrencia que asistió a la Plaza México tuvo el tema en la mesa. Incluso se lidió un novillo llamado Goberladrón, significativo mensaje del sistema taurino, que seguro resultará muy útil a la hora de detener a los antis. Pobres de nosotros, tronándonos los dedos, a ver cuánto tarda alguien con posibilidades en dar el paso adelante. Será hasta la última hora, como aquellas concentraciones afuera de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, de nuevo a la última hora.

En lo referente a la novillada, abrió plaza Xavier Gallardo, ya conocido en este coso, quien tuvo un par de actuaciones poco solventes, en la que no mostró avances en comparación con sus comparecencias anteriores frente a esta afición, y dijo apenas nada. Eso sí, para jalearse tras descabellar al cuarto se pintó solo, y desató los pitos en el tendido. Su lote se compuso por Guayo –no. 31. 390 kg.- de Los Ébanos, que fue bastante noble, fijo, pronto, y tuvo calidad, y Buen Legado –no. 45, 420 kg.-, de Marco Garfias, que también ofreció posibilidades.

Xavier Gallardo, bonita foto y poco más.

En segundo lugar actuó Gerardo Rivera, nuevo en esta plaza, precedido por muchos buenos augurios, producto de sus triunfos en Guadalajara, y su reciente incursión en Las Ventas de Madrid. Y cumplió con una actuación bastante sólida, en la que mostró una tauromaquia bien cimentada, y se lució con algunos momentos brillantes. Su labor más redonda se firmó con Bien Querido –no. 50. 380 kg.- de Marco Garfias. De recibo bregó con sapiencia, y remató lucidamente cambiando una mano. Quitó por chicuelinas muy quietas y alborotó al cotarro, que se desbordó en las banderillas. Ejecuta la suerte de los palos con ese estilo vistoso que puso en boga el Fandi, con el punto a su favor de que, en vez del repetidísimo par al violín, pega unos quiebros sensacionales, como el que ejecutó por los adentros en este novillo. Con la muleta supo hacer lucir a un animal con dificultades, pero que terminó entregándose a sus procedimientos. Destacó especialmente por el lado derecho, por donde logró series bastante buenas, aunque recurre en exceso al recurso de retrasar la pierna de salida. Se lució también con adornos por alto y bajo, así como trincherillas. Mató de pinchazo y estocada defectuosa para saludar en el tercio.

El tlaxcalteca, a una mano.

Goberladrón –no. 124. 425 kg.-de Los Ébanos hizo honor al nefasto personaje del que se burló su nombre, y dio una lidia errática. Suelto durante los primeros tercios, hizo extraños, y se negó a pelear de más, además de dolerse al castigo. Casi al tiempo que saltó al ruedo se soltó un breve chubasco, que afectó las condiciones del albero capitalino. Aun así,  Rivera puso banderillas sin lucir tanto como en el primero de su lote. En el último tercio sacó los pases por el lado derecho en una labor marcada por la disposición, ante un animal incierto que se lo llevó por delante cuando intentó torear por el lado izquierdo. Se tiró a matar recibiendo y dejó un espadazo trasero y caído, por el que cortó una oreja, a pesar de que su mejor actuación fue con el otro. El criterio de los jueces sigue por los aires, hace ocho días dieron el mismo premio a una labor de otro calado, y otra dimensión. Ofició en el palco Gilberto Ruíz Torres.

En una tarde para el olvido, lo más destacado de la presentación en la Monumental capitalina del colombiano Camilo Pinilla fue la paciencia que le tuvo la afición en dos actuaciones francamente pobres ante un lote no extraordinario, pero sí potable. Le tocaron en suerte Gigolo de Los Ébanos –no. 124. 425 kg.-, y Soñador –no. 44. 426 kg-., de Marco Garfias. Silencio en su lote y un aviso.

Pinilla, perdido.

Estamos a la espera del cierre de una temporada de novilladas prometedora que puede levantar en su recta final. Sin embargo, es en este punto cuando surge la duda de si en verdad existe la voluntad empresarial de hacer algo por la Plaza México y su afición, o si es preferible evitar la fatiga de lidiar con una plaza llena.

¿Grito en el desierto?

*Fotos: Luis Humberto García