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Primera de feria. Con casi lleno en los tendidos se han lidiado toros de Torrealta bien presentados y nobles a excepción de los dos últimos toros del festejo.
Morante de la Puebla, oreja en ambos
El Juli, dos orejas y ovación con saludos
Sebastián Castella, dos orejas y palmas.
La terna a hombros. Foto: Dpto. de Comunicación-MaxiToro Comenzó la feria de Ciudad Real y no lo pudo hacer de mejor forma. Una tarde muy agradable de temperatura, la plaza casi llena y una terna dispuesta a darlo todo, además si sumamos la ganadería de Torrealta reseñó toros bien presentados y algunos dieron muy buen juego. El festejo tuvo una primera mitad importante como los tres primeros astados lidiados y otra parte mas tibia por el comportamiento de los que cerraban el festejo que fueron broncos y que imposibilitaron el lucimiento.
Morante al natural Abrió plaza Morante de la Puebla que tuvo en su primero, a un noble jabonero con el que se gustó, lástima que el animal acusara un fuerte puyazo y se acabara pronto. El de la Puebla dejó detalles muy toreros, toreando con mucha suavidad. Más calidad por el pitón derecho. Una estocada de rápido efecto y el conjunto de la faena llena de momentos de calado artístico, le hicieron que paseara una oreja.
En el cuarto, comenzó de forma arrebatada apoyado en el estribo, pero no terminó de haber acople y encontrarle el aire al toro. Le abría la Puerta Grande la generosa oreja concedida por un público dispuesto a ver a la terna en hombros, vista la tónica de la tarde.
El Juli con la diestra El Juli comenzó fuerte cortando dos orejas a su primero. Un toro que presentaba complicaciones. Fue a base de oficio, entrega, recursos y poder como consiguió que entrara en la muleta, logrando doblegar al toro con una faena que llegó al tendido. Hizo al toro a su forma.
El quinto con poca clase se quedaba corto y presentó problemas, el Juli se justificó con él. Recibió ovación con saludos tras varios pinchazos.
Media verónica de Castella Cerraba la terna Sebastián Castella que se gustó en ajustadas chicuelinas en su primero, dirigiendo personalmente la lidia para cuidar al toro al máximo. Su faena de muleta comenzó en el centro del ruedo con estatuarios para continuar con series sin enmendarse, con las zapatillas clavadas en la arena. El francés lo toreó con mimo, al ralentí y se metió entre los pitones en el epílogo de la faena. Otra estocada desprendida de efecto fulminante enfervorizó al publico que le pidió los máximos trofeos y ovacionó al toro en el arrastre.
En el último de la tarde intentó someterlo pero fue una faena sin respuesta en el tendido. El toro con genio y tirando gañafones a la muleta hizo que fueran continuos los tropiezos en las telas. Recibió ovación tras el fallo a espadas.
Fotos: Teresa Torres
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