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16/08/2015
  (Ciudad de México) La ilusión viaja en Iberia. Rafael Serna pone a la tarde nombre y apellido. Tres buenos novillos de De Santiago
 
Firma: Jorge Eduardo
 
     
 

Séptima novillada de la Temporada Novilleril 2015 de la Monumental Plaza de Toros México. Tras el espejismo taquillero del domingo anterior, en esta ocasión se dieron cita unas dos mil quinientas personas en los tendidos de la plazota. La tarde transcurrió soleada la mayor parte del festejo, excepto por un leve chispeo de lluvia durante la lidia del primero. Posteriormente, se posó severa nube sobre el coso, que trajo una amenaza más seria de chubasco durante la lidia del sexto, además de viento. Se lidiaron cinco novillos de la ganadería garfeña de De Santiago, y uno más de De Guadiana, que se jugó en sexto lugar. Los primeros fueron discretos de presentación, entre los que destacaron tres de buen juego. El tercero, Capirote –no. 119, 370 kg.- fue premiado con los honores del arrastre lento. Quedaron por debajo los lidiados en cuarto y quinto lugar. El de De Guadiana tampoco fue un dechado de presencia ni bravura. Actuaron cuadrillas completas comandadas por los novilleros:

José Zavala
: silencio en su lote.

André Lagravere “El Galo” (presentación en esta plaza): división de opiniones, y pitos tras aviso.

Rafael Serna (presentación): oreja con petición de la segunda, y vuelta al ruedo.


Rafael Serna feliz paseando el anillo. Foto: prensa del torero

Destacó a la brega Gabriel LunaDiego Martínez lo hizo con los palitroques y al quite.

El segundo novillo hirió a un trabajador del callejón tras saltar por la zona del burladero de la porra.

¿A qué le suena, amigo aficionado, cuando se entera de que verá, en una plaza de la categoría de esta, a un novillero con apenas una novillada toreada? Pocas veces, quizás ninguna, nos preparamos para ver torear. Pero me refiero a torear lo que se dice torear: con cabeza, concepto, pureza, técnica, valor, transmisión, estética, belleza, planta, porte, verdad, honestidad, honradez, humildad (pero a la vez con categoría, con cierta aristocracia, como diría José Alameda sin alcanzar a convencerme del todo), en fin, con los mil y un botones que debe presionar la deidad de su preferencia para poder observar el milagro de un torero consumado. Para hacer honor a la verdad, en este espacio procuramos anexar a cada novillero la relación del número de festejos en los que ha actuado recientemente para poder ubicarle en su justo contexto, y de esta manera evitar los gatos sin ton ni son. Vaya, para no sobrepasarnos con los muchachos, quienes ya de por sí la tienen difícil. Pero este domingo nos ahorraron el trabajo de preocuparnos por la estadística: llegó a la ex ladrillera de Mixcoac un sevillano recién desempacado de Huelva, donde se presentó como novillero con caballos hace apenas trece días, a confirmar que los toreros, en la misma proporción, nacen y se hacen.

Nacen porque un chico con las proporciones físicas adecuadas para destacar en el oficio no las consiguió en un Oxxo, ni mucho menos la intuición torera que nos presentó este domingo el joven diestro sevillano. En contraparte, se hacen porque, respecto al primer punto del tema anterior, Dios dice: ayúdate que yo te ayudaré, pues el cuerpo hay que trabajarlo. Se hacen también porque los anales del toreo están repletos de personajes que nunca supieron aprovechar a cabalidad sus capacidades instintivas para torear por mil razones. De entre ellas, probablemente la más dramática sea por no comprometerse con la construcción cultural que significa la ética del toreo contemporáneo, y que los públicos más exigentes ponen como primera condición para dar su aval sobre cualquier prospecto. En esta última tesis se encierra otro argumento a favor de la idea de que los toreros se hacen. A nadie se le puede exigir con diecinueve años y una novillada que cumpla a cabalidad con todo este enredo de condiciones tan engorrosas que hacen falta para ser torero. ¿Pero qué pasa cuando un chaval recién salido del circuito español de novilladas sin caballos pone todas las condiciones en la mesa? ¿Estamos ante un fenómeno, ante un superdotado, frente a alguien de otro planeta? ¿Nació con una muleta, lo parió una vaca? ¿Qué podemos pensar al respecto?

No sabemos, pero Rafael Serna lo mismo nació, que se hizo. Por supuesto que se hizo, las veinticinco novilladas sin caballos no fueron de a oquis, como decimos por estas latitudes, ni la Puerta del Príncipe que se apuntó hace poco más de un año, cuando puso de cabeza a la Real Maestranza de su ciudad natal, ni el éxito de su reciente presentación. Pero cómo no pensar en la posibilidad de que este ser con dos novilladas sea, en realidad, un superdotado de nacimiento, o quizás un  extraterrestre, cuando, en el otro extremo, se presentó un André Lagravere con todos los festejos del mundo encima, y que resultó un torero más bien cortito de muchos aspectos. No cabe duda de que Rafael Serna, con base en su arduo trabajo y sacrificio, ha logrado echar pa’lante, hasta ahora, al torero que nació en él. El debutante está empezando a ver brotar el color verde de las semillas que tanto le ha costado plantar. Si las cuida con esmero e inteligencia, algún día tendrá el más hermoso de los jardines.

También actuó el poblano Pepe Zavala, que llegó con dos novilladas en este 2015, es decir, doce festejos que se presentó como novillero el doce de octubre del 2014. Abrió plaza lidiando a Tío-no. 33, 390 kg.- un sardinero cómodo de cabeza que tuvo bondades por ambos lados. El novillero insistió en torear echando la pierna de la salida para atrás con poco éxito, pues el novillo parecía pedirle, más bien, que se cruzara. Mató en un bajonazo y se retiró entre silencio. Palmas en el arrastre. El cuarto fue Generoso-no. 170, 410 kg.- con el que Zavala lució extraviado y venido a menos tras lo que acabábamos de contemplar en el tercero. Le perdonaron en aviso y se retiró en la indiferencia del silencio.

Se presentó André Lagravere El Galo. André ha tenido un camino similar al de su hermano Michel, pero menos meteórico. No obstante, sus números son abultados: a sus 16 años, ha actuado en 22 novilladas picadas en México, contando la de esta reseña. Además, mató múltiples novilladas sin picar en Francia y España. Todo este bagaje redituó en un novillero, si lo comparamos con el primer espada, mejor colocado y más variado en el primero de su lote –Dante. No. 91. 380 kg.-, pero sin visos de estructurar un trasteo. Para finalizar, recurrió a tirar el ayudado, y a las muy vistas manoletinas. Mató con dificultades y dividió las opiniones. El novillo saltó al callejón de salida, y rompió a bueno en el transcurso de la lidia. Fue aplaudido en el arrastre.

Con el quinto, Bellotero- no. 137, 418 kg.- el joven yucateco salió prácticamente a anunciar que, por su parte, había sido suficiente, y que solo nos pedía unos minutitos antes de irse en paz. En descargo suyo, habrá que señalar que Bellotero fue el peor utrero del hato de estirpe garfeña. Se eternizó con la espada y se llevó un aviso que debieron ser dos. Abucheos excepto por el dulce corazón de cierto sector de sombra.

No queda más que describir brevemente la labor del español Rafael Serna, quien firmó una de las presentaciones más completas de los últimos años cuajando a Capirote-no. 119, 370 kg.-. Tras un buen puyazo de Efrén Acosta, Rafael quitó por chicuelinas, de entre las cuales resultó soberbia la tercera. La tarde para sus alternantes había terminado, tal quite apuntalo la destacada actitud durante la lidia del novillero, que estuvo en todo momento pendiente y al tanto de su novillo, encargándose el mismo en varios momentos. Ya para entonces nos quedó claro a todos en la plaza que estábamos frente a un dechado de oficio, que también puede torear con clase y suavidad, pero hacía falta verlo en la muleta. Pero antes, durante el segundo tercio destacó un quite de Diego Martínez a Jorge Luna en el burladero de la porra. Y ahora sí, brindis a toda la concurrencia y a comenzar el trasteo con las piernas flexionadas, rematando primero por arriba, y después por abajo. La faena se construyó, en su primera etapa, con base en la mano derecha, primero con series cortas, y luego con otras de cuatro o cinco muletazos que hicieron tronar al olé monumental del coso semivacío. Ya la plaza estaba con él, con su colocación, con su trazo, con su concepto, con su buen gusto, con su calmada intensidad, con ese despacio correr de la muñeca que pone al corazón a toda máquina, con la pinturería de los cambios de mano, de los remates, auténticos cuadros, ya fuesen por alto, o por bajo.

¿Redondear la labor? Para eso tiene Rafael Serna una muy capaz mano izquierda, con la que le costó al novillero un poco más de trabajo acoplarse. Pero todo le jugó a favor, el trance antes de hallarle la distancia sirvió para verlo colocarse, con seriedad y pericia, con cabeza, con torería y planta de figura. Hasta buscando la distancia exacta en la que se arrancaría el novillo dio cátedra el torero sevillano, por lo tanto, ese esfuerzo tan serio no podía terminar de ninguna otra forma que no fuese con una justa recompensa, la de un par de series tremendas también por ese pitón. Los adornos finales, entre trincherillas, molinetes, trincheras, ayudados por bajo, y otras finas piezas de bella bisutería fina abrocharon en su punto culminante un gran trasteo, de un joven torero que estuvo en figura.
 
Mató de un estoconazo muy entregado que tuvo el defectito de ser traserito y caidito. Tal pecado fue suficiente para que el durísimo juez de hierro don Jorge Ramos le negara la segunda oreja que pedimos todos con ahínco, igual que como las niega en temporada grande, con el mismo criterio duro y apegado al reglamento con el que en cuatro minutos no fue capaz de tocarle un segundo aviso a Lagravere, ni el primer aviso a Zavala en dieciséis minutos. Sí tuvieran cierto amor propio, habrían renunciado hace algún tiempo los tres jueces de esta plaza. En fin, como en el Metro en tiempos de Mancera, con tarifa diferenciada, Serna cortó una oreja de peso como las que debieran entregarse siempre en la Plaza México. Pero con el calamitoso criterio actual, negar la segunda oreja quedó, o bien como un simple acto de vulgar chovinismo trasnochado, o bien como una demostración de la ineptitud cotidiana de la autoridad en esta plaza. El noble Capirote, que acudió una vez sí y otra también a los engaños de Serna, recibió los honores del arrastre lento.
 
Naturalmente que la lidia del cuarto y el sexto se convirtieron en una incómoda espera antes de volver a ver a nuestro triunfador. Para cuando salió Ahí les voy-no. 6, 418 kg.- de De Guadiana, El clima había empeorado, y a pesar del recibo a portagayola, poco pudimos ver de inicio. En quites, Serna lanceó por tafalleras que sirvieron para dejar bien plantada la intención de triunfar. El Guadiana fue más tardo, y  menos claro que el homenajeado tercero, condición ante la que se sobrepuso el sevillano para firmar una faena más dispersa, pero con mucha forma y contenido taurino. Es cierto también que este trasteo estuvo marcado por el clima, que puso en aprietos al debutante, que tampoco se amedrentó por el viento, aun cuando estuvo a punto de sufrir una caída en la cara del toro. Pero en fin, la ligazón fue menos, pero no así la pinturería, que volvió a estar presente en el inicio por doblones, y en los cambios de mano, trincheras, ayudados por bajo, cambios de mano, pases de pecho, remates, y en más de un pase congelado en el tiempo. La plaza estaba volcada con él, y se mascaba la satisfacción en la amplia sonrisa del torero. Después vinieron un par de pinchazos y una media estocada arriba, que impidieron el corte de la segunda oreja, pero que bastaron para dejar patente la comunión entre la plaza y el joven coleta, que debe estar orgulloso de lo que logró esta tarde. Una calurosa salida al tercio se convirtió en una jaleada vuelta al ruedo en la que el tendido se entregó. Enhorabuena por él, y por nosotros, que al fin vimos torear.

La ilusión llegó en un Iberia, y solo estará un mes en México, según sus primeras declaraciones. Después de la rotundidad del éxito, ya no podemos estar seguros de tal cosa, pero el posible ascenso de Rafael Serna ante la afición mexicana puede reafirmar que venir a placearse aquí es una apuesta inteligente, siempre y cuando la verdad y el respeto a la afición vayan por delante. De algo podemos estar seguros: el sevillano nos da la importancia que tenemos, y le pagaremos con la misma moneda. ¿Aprovecharan los empresarios? ¿La México y Guadalajara, donde estará el próximo domingo, lo catapultarán a meter gente a las plazas? La esperanza muere al último. Tenemos en las manos a una figura del toreo en ciernes, solo falta descubrir si la tauromaquia en México tiene la capacidad de tratar con un objeto tan poco común: UN TORERO con mayúsculas, y con apenas dos novilladas.

#FuerzaFortes

 
     
   
     
   
     

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