Pues hala, ya se acabó la feria de San Isidro de este año. Ahora vendrán los premios, los resúmenes y las grandezas de esta sublime feria. Pues que con su pan se lo coman. Los que hayan gozado y disfrutado, enhorabuena, y los que no, pues esto es lo que hay. Felicito a los felices y a los otros, les entiendo y les compadezco. Quizá son los mismos felices los que en la última, en la de Miura, se han estremecido al ver a Rafaelillo a merced del toro, sin saber por donde meterle mano, pero que le ha dado no sé cuantos naturales, entre enganchones, carreras y tremendismos. Qué diferencia entre el valor y saber lo que se hacía de Escribano hace unos días y este número al que este torero nos tiene acostumbrados. Que no digo que no haya estado sublime, pero es que las películas de terror y catástrofes no me hacen mucha gracia. Prefiero las de los toreros que saben lo que se tienen entre manos y no los que están que si les echan mano o no. Lo demás puede ser como lo de Castaño y Serafín Marín, que andan ahí a lo suyo, como pueden, uno aguantando por la cuadrilla, que tantas satisfacciones le han proporcionado, como es el caso del salmantino de León, o viviendo a ver si vuelven aquellos años en los que asomaba más por las ferias, como le ocurre al catalán.

La torería de Fernando Sánchez Martín

Y de esa cuadrilla, de la de Castaño, antes de que el quinto echara mano a Marco Galán, ha surgido Fernando Sánchez, con esa forma tan personal de citar, dejarse ver y parear, porque que no se olvide nadie que detrás de esos andares tan garbosos, de esa chulería torera de verdad, hay un torero que deja venir mucho a los toros, lo mismo por uno que por otro pitón, para clavar en lo alto y luego salirse de la suerte como el que se baja del autobús. Estas son las cosas que en un día como en este de la última de feria, me hace acordarme de muchos que ya no están, de quien me enseñó a ver esto de esta forma, de los que me regalaron horas de conversación sobre toros y de los que me hicieron que siguiera con esta afición, que no sé si ya se ha agotado definitivamente. Quizá por eso, aunque sé que un aficionado no debería decir estas cosas y que lo correcto es decir que qué pena, que a ver si llega la feria del 16 y esas cosas, yo me quedo con lo contrario y doy gracias por el final.