Ficha del festejo.

En el día de hoy nadie se aburrió, bostezó o se durmió y ¿Por qué?, simplemente porque en el ruedo hubieron toros no fáciles de domeñar ni de engañar, las casi veinticinco almas que llenaron de bote a bote el coso madrileño, no tuvieron  tiempo para ello, que no fue una corrida para tirar cohetes, ya lo sé, pero si seis toros procedentes del encaste Albaserrada, con sus más y sus menos, destacando el sexto y tres toreros dispuestos a triunfar, como fueron el riojano Diego Urdiales, Manuel Escribano y hasta Sebastián Castella quien no pudo repetir el triunfo del día 27 de mayo, los toros y el encaste eran distintos.

De los toros ya se encargará nuestro compañero, pero yo como siempre apuntaré algo. Para mi forma de ver las cosas, me gustó el toro que abrió plaza en que las opiniones se dividieron cuando las mulillas se lo llevaron, otro que me gustó fue el cuarto y por su puesto el sexto, un encierro de poco peso algunos el mínimo permitido por el reglamento actual, pero eso sí con gran armamento por delante y que fueron al caballo desde lejos, algo complicados en banderillas y con ese peligro sordo que acarrean. Qué más podemos pedirle al ganadero; que había que estar muy firmes delante de sus caras ya que dada su procedencia, aprenden muy pronto y que saben que detrás de las telas está el muñeco vestido con el chispeante que suelen llevar sus matadores. ¡Ah que no se me olvide!; el peso medio que dieron en la romana, 489 kilos.

Una verónica de recibo por parte de Urdiales al primero

El toro que abrió festejo y que correspondió a Diego Urdiales, como decía en líneas anteriores era uno de los que me gustó. El de Arnedo le saludó con tres muy buenas verónicas rematadas con la media y los primeros aplausos, que luego continuaron en la faena de muleta, con esos pases diestros rematados detrás de la cadera al que el aficionado respondió, al intentar cambiar de mano, el adolfo se le quedaba en la mitad del pase, pero toreramente Diego le pudo, nuevamente por el pitón diestro para instrumentar cuatro redondos coreados por todos y más aún cuando con el forzado de pecho limpió el lomo del animal. Lo pasaportó de media estocada algo delanterilla y dos golpes de cruceta. Palmas con saludos.  Agradeciendo a la afición en el cuarto brindó al público; iniciando con tres redondos de esos de olé, rematando con un trincherazo a lo Silverio Pérez, no salieron muy lucidos los naturales ya que el bicorne terminaba con los pitones por las nubes; trasteó por la cara para matarlo con facilidad y muerto sin remedio. Nuevamente palmas con saludo.

Castella con la diestra

Escaso de fuerzas fue el segundo del encierro para el francés Sebastián Castella, que escuchó unas tibias palmas en el saludo capotero. El pánico cundió en el segundo tercio; había que poderle ya con el trapo rojo y finalmente le pudo, pero se le fue quedando y no se fio del bicharraco porque bien sabía dónde estaba el torero. Tomó el acero para despacharlo de un pinchazo sin soltar y una estocada caída pero que sirvió para entregarlo al tiro de mulillas. Silencio para el gabacho. Los lances de tanteo siempre pa'lante hasta los medios. No sé cuáles eran la intenciones del francés ya que su labor la brindó al respetable ya que el adolfo desde un principio pegaba tornillazos al final de su embestida, no pudiendo conseguir lucirse pese a su disposición hasta se descaró en un desplante torero escuchando aplausos merecidos. Lo pasaportó de un pinchazo en hueso y media atravesada, tardó en caer el animal, pero finalmente lo hizo. Otro silencio para el torero.

A la puerta de los sustos se fue Escribano en sus dos toros

A la puerta de los sustos se fue Manuel Escribano a recibir al tercero y el lance a portagayola salió limpio; en el último tercio, poco podía hacer el sevillano ya que el toro rebañaba los tobillos buscando hacer carne, rápido aprendió el burel poniéndose peligroso, no siendo fácil y lo mejor era matarlo, pero las espadas no estaban por la labor y por fin pudo enviarlo al otro mundo. Silencio. La traca vino en el sexto, el mejor de los adolfos, nuevamente se fue a portagayola y otro lance limpio. Banderilleó con buena fortuna, siendo el mejor par el tercero en que el burel le puso los pitones en la pechera, la ovación tronó por toda la plaza. Aun estuvo mejor con la pañosa, tanto por el pitón derecho como por el contrario en que enjaretó pases de excelente factura trazo y dibujo; el triunfo estaba en sus manos había que rubricar ese magnífico quehacer con el acero y a fe que supo hacerlo volcándose sobre el morrillo y dejando una estocada casi entera en buen sitio y muerto el animal. Los albos pañuelos afloraron en todos los tendidos y al presi no le quedó otra que sacar el suyo premiando al sevillano con el trofeo, que paseo por el anillo devolviendo prendas. Oreja ganada a ley.

Escribano paseó una oreja ganada a ley

Al término del festejo: Urdiales fuertemente aplaudido, Castella silenciado y Escribano ovacionado.

Poco ha y que reseñar de los subalternos. Se lucieron con los garapullos José Chacón y Ricardo Izquierdo de la cuadrilla de Castella.

Y para mañana, la encerrona de “El Cid” con los toros de Victorino Martín. Que Dios reparta suerte y a nosotros confesados.

Fotos: Muriel Feiner