Pese a no ser una tarde triunfal, no creo que se hayan aburrido demasiado los aficionados. La corrida además de bien presentada, con reses con corpulencia y armamento; ha desarrollado sentido y en muchos momentos de la tarde se ha vivido la emoción que proporciona el riesgo. Al menos yo lo he sentido así. 

Abrió plaza Mandadero, negro, badanudo, hondo y pobre de cara, que saltó desafiante. Vibrantes fueron las embestidas en el capote de Encabo. Empujó con celo en el caballo en ambos puyazos. En banderillas fue fácil, comportamiento poco típico de los cuadris en este tercio. Hizo dos tercios brillantes, en los que destacaron las arrancadas de salida echando el hocico pa lante y repitiendo con clase y alegría, pero llegó a la muleta desfondado y sin casta para seguirla.

Fangoso fue el segundo de la tarde, negro también de reseña, estrecho de sienes y engatillado, agradable de cara. Su viaje no fue largo de salida, se volvió sobre las manos en el capote de Robleño. Su pelea fue brava en varas, aunque se dejó las fuerzas en la primera entrada y llegó a la segunda mermado de poder. Fue complicado de banderillear y persiguió hacia los adentros. Duro y correoso en el inicio de faena de muleta por el derecho, y algo más noble a izquierdas. Sin bajar la guardia en ningún momento, regaló algunas arrancadas buenas. Fue bravo, de más a menos, con sentido, al que le faltó un punto de casta.

Vareado estaba el tercero pese a sus 585 kilos; largo como un tren, que respondía a Remendón. Fue noble de salida y mostró cierta flojedad en los primeros compases. Empujó con el pitón izquierdo en el primer puyazo -todos los lidiados hasta aquí lo hicieron-, fue tardo en el segundo y no le picaron en exceso. También lo fue, como en el caballo, en banderillas, además de dificultoso. Brindó arrancadas recelosas a la muleta de Alberto Aguilar detrás de esa tardanza referida por ambos lados. Le faltó fondo y terminó quedado por su falta de casta; agotado se echó descompuesto y moribundo.

'Tejedor' un guapo toro que desarrolló sentido como ninguno

El cuarto de la tarde estaba bautizado como Tejedor, castaño y de hermosa romana: 606 kilos. Para llevarle la contra a quien más sabe de esto, fue el más completo y aplaudido al arrastre pese a sus kilos. Guapo de lámina y serio de mirada, tocado de pitones, con trapío. Se mostró codicioso en el saludo de Encabo. Empujó con fijeza en la primera entrada y descabalgó al picador de latiguillo en la segunda al topar con violencia sobre el peto. En el tercio de banderillas, además de haber sido emocionante, mostró el sentido desarrollado en el tercer par echando la cara arriba y quitándole a Otero las banderillas de las manos. Sacó fiereza por su condición de bravo y encastado en la muleta y tuvo arrancadas diestras cargadas de emoción. Desarrolló y terminó midiendo a Encabo.

En quinto lugar se lidió a Bienvenido un cinqueño que no sobresalía del resto, negro listón de pelo, abierto de cara, algo bizco del izquierdo, de diferentes hechuras a sus hermanos -desentonaba-. Repitió en el capote algo rebrincado. Levantó al caballo por los pechos y lo derribó, en la segunda entrada empujó con fijeza. Complicadillo fue en banderillas y bronco desde el inicio del último tercio, tirando tarascadas en la muleta de Robleño. Tardo, casi clavado a la arena en la tercera serie, le faltó la casta que es el catalizador de la bravura e incluso de la mansedumbre.

Cerro plaza Rastreador, que fue lidiado por Alberto Aguilar; acapachado de cuerna, badanudo, muy en el tipo de la casa. Repitió de salida con buena entrega. También empujó con el izquierdo en varas en los dos puyazos y perdió la fijeza en este tercio, muy generalizadas fueron estas dos características. No fue difícil en banderillas, aunque lo pareció por el desorden que hubo en este tercio. Le costó pasar desde el principio y fue parándose a medida que se alargaba la faena de muleta, poniéndose más complicado según avanzaba.

A la corrida le ha faltado el fondo que proporciona la nobleza. Ha tenido el interés del riesgo que crea el sentido de los toros, y, por tanto, la emoción. Sin que sea así de sencillo: el sentido acorta el fondo y la nobleza lo alarga.

*Foto: Muriel Feiner