|
¿Cuántas veces hemos escuchado a los toreros decir “Yo no venía a esto” al ser entrevistados para la televisión luego de sus actuaciones? Un montón. Especialmente cuando no hubo premio.
Esta tarde se registró quizá la entrada más pobre de la feria. Era lunes, pero no era novillada; aunque dos de los anunciados no hace mucho que se acartelaban en los festejos del escalafón menor. La terna no era de las más atractivas, ni en conjunto, ni por alguna individualidad. El hierro, ahora bajo el nombre Partido de Resina, fue el que coqueteó.
Todos veníamos buscando otra cosa Por ahí de las nueve de la noche, hora de España, dos de la tarde, hora de México, se decretaba oficialmente la decepción. Los avances, turno a turno, lo iban anticipando. Esos 16 mil, más el resto de quienes lo vimos por la televisión decíamos “Yo no venía a esto”. Ninguno venía con la desilusión por delante o, pensando que lo de Partido de Resina nos darían otro tostón; todo lo contrario. Las reminiscencias de Pablo Romero eran primero, la guapeza, luego, un mínimo de emoción asegurada.
La terna lo repitió, si no literalmente si en estricto sentido, turno tras turno. Y es que incluso tal vez, pensaría que de no encontrar colaboración, se enfrentarían a la “dureza”. Lo cierto inmiscuidos todos los profesionales en la religión del lucimiento, las poquísimas posibilidades les pasaron por encima. Ritter y Cerro se vieron superados, pero sus respectivas esquinas hicieron hasta el ridículo. Ahora con la moda de dejar abiertos los micrófonos en el callejón, se evidencian –desde la lisonja hasta el inservible “consejo”.
Y si hablamos de palabras no dichas, o de expeler fachas por la boca, los comentaristas de la televisión no solo aprovecharon la oportunidad de ver la puerta abierta, sino que echaron mano de la banda completa para “anunciarlo” con bombo y platillo.
Nosotros tampoco veníamos a esto dirán también los ganaderos tras el rechazo de algunos de los toros elegidos en primera instancia.
Para el aficionado ha sido una tarde funesta y de desdicha. Para todos, incluyendo a los que vedadamente se alegran, podría ser la efeméride de una pérdida vital en la historia de la fiesta.
*Foto: Muriel Feiner |
|