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Quietud, mantener el cuerpo erguido, dejar llegar al toro, dirigir su embestida alrededor del torero, ligar los pases, rematar las series airosas. Una tauromaquia.
Necesita de la voluntad y capacidad del torero y de la colaboración del toro. Ahí, en esa colaboración del toro es donde hace agua esa tauromaquia, que no es una sorpresa, que Castella repitió con el noble y flojo Jabatillo de Alcurrucén, en una faena similar a la del bravo y flojo Lenguadito de El Torero.
Castella en la demostración de dejar llegar al toro Confieso mi preferencia por una tauromaquia más ofensiva, de ir hacia el toro y que el animal tenga además de una gran nobleza otros ingredientes que son los que hacen de la corrida de toros un espectáculo singular, pero no tengo nada que oponer a la tauromaquia defensiva, de dejar llegar al toro que sigue con nobleza el camino y el ritmo que manda el torero. Quizá sólo la falta de emoción, que no es un problema menor, sino que es el quid de la discusión sobre la evolución y la justificación de la corrida de toros.
Morante y Juli dieron otra vergonzosa sesión del espectáculo que pasean por los pueblos y ferias de España y con el cual hacen y deshacen carteles, ganaderías y empresarios. Y yo hablando de tauromaquias ofensivas y defensivas y de toros nobles o bravos. |
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