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Ficha del Festejo Otro llenazo de no hay entradas registró la décima novena del abono, nadie quería perderse el acontecimiento, ni siquiera el Rey Juan Carlos que un día más acudió a su abono preferente y cómo iban a faltar los del rojo clavel, no faltaría más. Sebastián Castella a hombros Que el cartel valía la pena era indudable, tres figuras del toreo actual y seis toros bien escogidos con el hierro de Alcurrucén y digo bien, ya que los ganaderos tuvieron que traer hasta treinta toros según mis informadores, que se dice pronto, para poder sacar seis y así completar el encierro.
Los encartelados: Morante de la Puebla, El Juli y Sebastián Castella, a ver quién da más: Morante de la Puebla, silencio y pitos, Julián López “El Juli”, silencio en su lote y Castella, dos orejas y silencio. Los toros de los hermanos Lozano marcados con el hierro de Alcurrucén algo mejores que los del día anterior, pero sin pasarse de la raya. El primero división de opiniones, pitados camino del desolladero, segundo, cuarto y sexto, el quinto silencio al ser arrastrado; me queda uno, el tercero llamado “Jabatillo”, al que se le dio la vuelta al ruedo con todo los méritos, ojo, posiblemente sea el mejor toro del ferial, difícilmente saltara a la arena de Madrid otro cuatreño como éste, convirtiéndose así en el triunfador del presente año, ya se encargará de su descripción y comportamiento, nuestro compañero de la sección “El Toro es el Protagonista” y como las costumbres se convierten en leyes, he aquí, el peso medio del encierro 544 kilos. Morante se quedó en probaturas José Antonio Morante de la Puebla, no logró redondear faena, eso si el saludo a su primero fue del gusto de todos, cinco verónicas de las suyas. Antes de iniciar faena con la muleta, se dirigió a la localidad que ocupaba el Monarca Emérito, para brindárselo, inició labor con pases por alto y por bajo, continuando por el pitón derecho destacando uno de esos pases con arte y sentimiento, por el pitón contrario, ni uno que valga la pena reseñar y con la espada una estocada hasta los gavilanes pero desprendida que hizo efecto. División para el sevillano. En su segundo, repitió las verónicas, ¡pero qué verónicas! de las suyas rematadas con una media belmontina, pero eso fue todo, ya que con la franela, no pegó un pase decente, enfadando a la concurrencia. Con la toledana, metió la mano y mató al animal. Pitos al torero.
El Juli, sin ajuste es difícil emocionar a nadie El Juli, no termina de entrar en Madrid haga lo que haga y así su quehacer, entre lo bueno y lo malo, discurrió la tarde para el de Velilla de San Antonio. También brindó a D. Juan Carlos I el primero de sus toros, ya con la muleta armada no llegó a convencer al público, escuchando ligeras protestas. Con la escopeta cargada a su manera peculiar, dejó media estocada trasera y en los tendidos de sol, sonó el boom petardo. Al quinto se justificó con cinco verónicas francamente buenas rematando con la media de excelente trazo. A los medios se fue a brindar al público y ni por esas logró conectar con los tendidos y menos aún a los de la solanera, algunas palmas en los tendidos claveleros. Lo mejorcito lo hizo con la tizona matando con ligereza a su descastado oponente. Otro silencio al madrileño.
Castella hizo una faena vibrante a 'Jabatillo' Ahora sí que viene lo bueno, la actuación cumbre del toreador así se denomina en Francia a los toreros y de allí el título de la crónica. Cumbre estuvo el mesié ante el excelente y maravilloso toro de Alcurrucén, al que lo saludó con dos verónicas mecidas, una chicuelina, la media y la revolera, escuchando la primera ovación de la tarde. consciente de la extraordinaria calidad del toro, no dudó en brindar al público y en el mismo platillo, dos cambiados por la espalda (pedresinas), citó con la diestra un redondo, cambio elegante de mano, la tanda por naturales coreada con olés por todos los tendidos, cuatro derechazos más dibujados con pincel de artista consumado rematando con el doblete de pecho y siguieron coreándose los olés al torear nuevamente por derechazos bajando la mano, antes de tomar la espada, se descaró y se desplantó ante la cara de Jabatillo y volvió a tronar la ovación. Entró a matar tras ejecutar el volapié dejó una estocada entera arriba, doblando sin remedio el cuatreño, los pañuelos blancos poblaron los tendidos con tanta fuerza que a la autoridad no le quedó otra opción que sacarlo dos veces y los trofeos para el de Beziers, dando una sentida vuelta al anillo, tuvo un detalle al pasar frente al Monarca inclinó ligeramente al cabeza. La otra cara de la moneda fue el sexto que sacó peligro, primero en banderillas y luego en el último tercio, pero ni corto ni perezoso, Castella se sentó en el estribo para enjaretar cuatro pases por alto, al torear ya de pie, el burel no humilló ni a tiros, los pitones dirigidos siempre al cielo y el gabacho dispuesto, voluntarioso, quiso torear al cornúpeta veleto, pero no tenía enemigo para el lucimiento. Cuadró al bicho, entró a matar en la suerte natural y dejó una estocada casi entera traserilla que acusó el animal y dobló.
Al abandonar el ruedo, Morante pitado, Juli silenciado y Castella aupado en hombros camino de la Puerta Grande. Fotos: Muriel Feiner |
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