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Entre toros, y algunos toreros, nos están poniendo más o menos fácil esto de venir al final del día a escribir sobre lo visto. Fácil, pero muy aburrido también.
Y es que ahora, con la informática, casi nos bastaría con abrir el escrito del día anterior, copiar, pegar, cambiar los nombres o alguna cosita y publicar con la nueva fecha. ¿Para qué gastarnos con encontrar nuevas palabras u otra forma de recordar que turno a turno lo que aparece en el ruedo de Las Ventas son remedos de toros bravos?
O que eso de picar hubiese quedado en la tauromaquia antigua Nos aburrimos lo suficiente frente a la pantalla –o en la plaza-, como duplicar la dosis y hartar al personal que lea estas líneas, al encontrar que lo que hay, es la misma sopa de ayer. Invalidez, mansedumbre, falta de emoción. Las engañifas y parodias de toreo que siempre montan los mismos. Premios de verbena popular.
Que hay detalles o pasajes de excepción, sí, ¿Y? Por mucho que nos queramos aferrar en ellos, no podemos esconder detrás todo el desastre. Que nos dan el mínimo para que no se muera la esperanza, puede ser, pero la ilusión parecer estar tan moribunda como casi todo lo que ha salido por los toriles en San Isidro. Si esto no emociona, no sirve de nada; y lo sabemos todos.
*Foto: Muriel Feiner |
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