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El primero que se lidió en la tarde fue el remiendo de Fidel San Román, de nombre Marqués, de pelo negro. Un toro cinqueño, armado en delantero, bajito y de buenas hechuras. Embistió entregado pero encogido de salida, luego barbeó tablas e intentó saltar al callejón en varias ocasiones. Pedro Iturralde le cazó sobre la marcha, huía de la proximidad del caballo. Tuvo un galopar cansino durante los dos primeros tercios. Se dejó en el segundo tercio con facilidad. Llegó a la muleta mostrando tres estados: remiso, de poco recorrido y aplomado... Terminó hecho un marmolillo. Poco pudo lucirse Uceda Leal.  A 'Malecón' se le ve la cara anovillada Diego Silveti lidió a Malecón, un negro listón salpicado, que pese a su gran romana -590 kilos- mostraba cara anovillada, poco trapío y remate. Embistió como una mecedora en el saludo por su ostensible falta de fuerzas. Echó la cara arriba en la primera entrada e hizo sonar el estribo, la segunda la tomó sin más, mostró poco poder en el caballo. Anodino fue el tercio de banderillas. Pronto perdió las manos en el último tercio, repitió punteando la muleta de Silveti, una repetición afeada por el calamocheo. Manseó en los dos primeros tercios y sacó más genio que casta en el final.
Jiménez Fortes lidió a Alondro, castaño bociblanco de reseña, cinqueño, engatillado, casi alirado de cuerna que le realzaba el trapío, muy en el tipo de esta casa. Repitió vigoroso en el capote y ayuno de poder en varas. Cumplió en banderillas. Tardo y con poco recorrido llegó al último tercio. La falta de fuerzas también fueron importantes para que no se entregara y se pusiera descompuesto en momentos de la lidia. Fortés le arrancó una oreja a base de porfía. El cuarto fue un cinqueño, castaño capirote, de poca seriedad, alto de agujas. Bautizado como Fucsia y que tocó en suerte a Uceda Leal. No humilló en el saludo y echó las manos por delante. Tampoco tuvo poder en varas, aunque sí, celo. Cubrió el tercio de banderillas con una notable falta de fuerzas. Deslucido fue su comportamiento en la muleta por su continuado e incomodo calamocheo, defecto muy acusado hoy, y que desde mi modesto conocimiento creo que bastante arraigado en los toros de Salvador Domecq. El toro se debatió en un querer y no poder. Es incompatible un toro crudo y a la vez flojo, la descomposición es clara. Ganador fue el quinto de la tarde, segundo del lote de Diego Silveti. Paletón con cara de novillo. Grande, pese a su corpulencia de poco trapío y mucha báscula -590 kilos-. Derrotó en la montura, con más fijeza empujó en la segunda entrada. Esperó en banderillas. Llegó docil y muy apagado a la muleta. Muerto en vida. Noble, pero muy descastado. Cerró plaza Droguero. Cinqueño, colorao chorreado, de 640 kilos de peso. Toro con volumen y kilos, de cuerna astifina, recogida y delantera. Cuidado en varas y quedado en banderillas. Deslucido, calamocheando y soltando un brusco tornillazo al final de los muletazos llegó a la muleta. Cogió de manera muy fea a Jiménez Cortes en el suelo después de haberle empalado. De la corrida no podemos contar grandes excelencias, tampoco vamos a relatar todas las censuras que hemos detectado en la tarde, sólo y exclusivamente, por respeto al torero malherido; nos limitaremos a comentar la falta de casta generalizada y la mansedumbre.
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