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Después de tardes como la de hoy, como conjunto, no se si a alguien le queden ganas de volver mañana.
Volverá el aficionado, gracias a esa cabeza dura que cargamos sobre los hombros. Que, de lo que está llena es más bien de una esperanza a la que no se le mira lógica ni raciocinio. Otro día tal vez intente explicar cómo funciona nuestra mente con eso de volver a los toros con grandes esperanzas luego de grandes decepciones. Como hoy y mañana. Volveremos, aunque ahora mismo, de pensar en revivir una tarde como la de hoy, juraríamos no hacerlo. Luego, en Madrid, ahí en la plaza, con ese calor que nos contaban. Bueno. ¡Qué deschavetamos estamos!
Volveremos muchos, pero no todos. Festejos como el de hoy que no son excepción, sino que se repiten cada vez con mayor frecuencia, han ido echando a muchos. ¿Por estos años hay cientos, ya no digamos miles, que se peleen o que lleguen a los extremos por tener entradas para San Isidro? Creo que no. Que en fechas puntuales, la reventa coma de los toros sí, pero no creo que San Isidro les de para vivir el año entero.
Vuelvan mañana. Imagino un letrero a la salida de la plaza. Por todas las paredes de Las Ventas, incluso en el metro, en las calles y hasta en la puerta de casa. ¡Qué insolencia y qué desfachatez! Qué ganas de llenar de piedritas los zapatos.
 Talavante único que dejó algo de buenas sensaciones De alguna forma, Talavante lo pidió justo antes de que todos nos marcharamos (de la piedra de Las Ventas o del asiento frente a la pantalla). Bueno, por lo menos el extremeño nos dejó una espinita de buenas sensaciones. Con algunos destellos muy luminosos, Alejandro Talavante encendió de nuevo en Las Ventas cierto interés. Lo menos será curiosidad por comprobar si no se tratará de otro fulgor tornadizo; aunque para ratificar haría falta mucho más que la simple toreabilidad de la contraparte. Nos quedan dos citas para saber y reafirmar.
Pero, pensar en volver mañana para ver a Juan José Padilla y El Cid, ya pesa. El Ventorrillo no pudo dejarlo más claro. La admiración por el ejemplo, la entereza y fuerza del Ciclón de Jerez no tiene fecha de caducidad. Eso es una cosa, otra el apetito que nos queda por verle torear como lo vimos hoy. Por el de Salteras, creo que a nosotros mismos nos valdría quizá encender algunas veladoras para que sea otro el próximo 5 de junio.
 ¿Les pediríamos nosotros que volvieran mañana? *Foto: Muriel Feiner
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