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Con casi un lleno en la Monumental de Aguascalientes se ha llevado a cabo la 7ª corrida de la Feria Nacional de San Marcos. Fue lidiado un encierro de San Miguel de Mimiahuapam variado en juego y presentación. El 3º fue premiado con arrastre lento.
Morante de la Puebla: pitos y bronca
Octavio García El Payo: una oreja y una oreja
Diego Silveti: división de opiniones y silencio
Foto archivo Es lamentable tener que escribir de nuevo sobre algo negativo, peor aun dedicar líneas para decir que hay un torero que tarde tras tarde se dedica a burlar a la afición; y no es que vayan a verlo, es que lo tienen que ver por estar en un cartel donde otros dos si que interesan. Pero como se ha dicho en otras ocasiones, la memoria es sinónimo de justicia, por lo tanto hay que contar que Morante de la Puebla de nueva cuenta tuvo bronca, que sonaron las voces para gritarle “ratero” y que el calificativo no está mal, porque él cobra lo mismo si lo intenta o no, si pega trapazos o no.
Pero del que si hay es contar algo bueno es de Octavio García “El Payo” que esta tarde se olvidó del pico de la muleta, se entregó al toreo y puso su vida como ofrenda. Payo se creció como los grandes, como los toros bravos y si en su primero aguantó aun toro que se revolvía en un palmo de terreno, con el segundo de su lote estuvo mucho más valiente. Una faena que empezó en el centro del ruedo con dos cambiados por la espalda y que continuó por derechazos; el burel se paró pronto pero el queretano aguantó estoico cuando el de Mimiahuapam dudaba en ir al engaño y puso de pie a la Monumental. Oreja en cada uno de sus toros y el reconocimiento total a su deseo de estar.
A Diego Silveti el apellido le ayuda para llenar las plazas y la suerte para que le salgan buenos toros, lástima que el joven sólo haga pasar a los astados y no sepa de la misa la media. “Equipo non” de Mimiahuapam fue un buen toro que acometía con codicia, con un pitón derecho extraordinario que se fue sin lucir. División de opiniones en el tendido en el tercero de la tarde.
El cierra plaza dio una vuelta de campana después de los primeros lances con el capote y se vino a menos, muy mermado llegó a los siguientes tercios; Silveti hizo el paripé de querer torear pero sabía que era imposible con un animal en esas condiciones. Silencio.
La Monumental casi llena ha vuelto a ser testigo de la entrega y la valentía, del querer y saber estar.
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