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Buena parte, o la mayoría de la afición a los toros, suele no entusiasmarle -por usar un eufemismo- el rejoneo. El aficionado del toreo a la usanza española se segrega del de a caballo y en consecuencia, es difícil encontrar aficionados entendidos en el rejoneo. La gente del caballo podrá sumar, pero no es una afición versada en el tema taurino. El toreo a caballo es otra disciplina con muy pocos especialistas. Habemos algunos quienes tenemos una cierta admiración hacia los caballos de rejoneo, más o menos similar a la que tenemos por el toro bravo. Luego entonces, intentamos entender un poco más de este sector del mundo ecuestre.
Ver una corrida de rejones es ver toros, ver caballos y ver rejoneadores o, ver toros, ver rejoneadores y ver caballos. Uno u otro orden, pero siempre primero los toros. Por tanto, el festejo de hoy nos deja muchísimo que desear. A pesar de lo dispareja, la corrida de Fermín Bohórquez ha dejado mucho que desear, pues no alcanza el aprobado en conjunto. Por ahí, el tercero alcanzará la nota más alta, aunque apenas en el límite. Algunos se moverían más que otros, algunos apuntarían cierta calidad, casualmente los de mayor fondo, pero la codicia, la acometividad, el ir a más, el brío, les faltaron a todos. Noblones o tontones, o secos, sosos, o vulgares echando la cabeza arriba. Acaso el tercero con prontitud, tranco y avidez.
Poco bueno hay para apuntar de los toros. Las cuadras en cambio, podrían llevarse todos los elogios. Desde su majestad Nazarí, que sin toro no pudo hacer nada, hasta el novel Sueño; un príncipe que parece haber nacido para heredar por mérito propio el trono. Milagro, tan segura y sobria. Qué tal lo a gusto que se vió Casanova en terrenos comprometidos, la naturalidad en las piruetas. Fado y Cervantes que dijeron sí en en distancias muy cortas y aguantaron los tarascazos del bestial quinto. Cheque fue un ejemplo vivo de lo que es comprometerse en aquellas batidas tan bien marcadas, cediendo hasta el último momento con el tercero. Caballos de rejoneo dignos de una gran admiración y, que de no ser por lo que atesoran la tarde no hubiese tenido interés alguno. Sin embargo, poco se podrán aprovechar tan sorprendentes condiciones ante toros que, como a los toreros, poco les exijan.
¡'Cheque', qué torero! (Foto: lamaestranza.es) De entre los tres rejoneadores, dos estilos. El portugués como tal. Los sevillanos, bullangueros. Se cortaron seis orejas, pero la suma no nos da un festejo de esas cantidades. Dos faenas premiadas con dos orejas y dos con una. Puede ser que la muerte del segundo aportara para una oreja. Pero el resto, fueron faenas deslavazadas por un lado, y ordinarias, burdas por otro. Primero por la falta de casta de los de Bohórquez, luego, ya sea por bullicio de Ventura que a nada estuvo de provocarle una cornada al debutante Sueño, o la falta de temple y confianza -lógica por supuesto-, de Romero.
Mucha fiesta, poco toro, mucha complacencia y mucho caballo. Nos quedamos al menos, asombrados y disfrutando a los últimos.
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