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Emotivas ha sido las palabras que el presidente de la peña le ha dedicado al gran ausente de la noche: Manuel Troya. Juan Aranega ha realzado la figura de quien fue un hombre entregado al servicio de este colectivo. También Ángel del Arco Cancio, que ha presentado y moderado el acto con la misma exquisitez de la que su padre ha gozado durante tantos años, también ha destacado la figura de nuestro amigo Manuel, recordando los valores que tenía como aficionado y persona; no ha podido esconder la emoción al relatar que se lo encontró en el hospital de Jaén y tuvo que dejar caer un “me alegro de verte” sin sentirlo al intuir cuales eran los problemas que Manolo acarreaba, ya que en ese momento su madre también estaba enferma. El ganadero Joaquín Morales no ha asistido al compromiso por un problema personal.La mesa compuesta por Del Arco, Curro y Juan Aranega Sólo se ha quedado Curro en la velada. También tuvo el torero palabras de elogio hacia nuestro amigo Troya que ha revoloteado durante toda la noche por la que fue su casa, confesó el echarle de menos, a la vez que habló de sus atinadas exigencias como aficionado. El coloquio casi se ha convertido en una conferencia; en una hermosa conferencia cargada de sinceridad. De principio a fin Curro se ha sentido como en su casa, nos ha hablado de sus andaduras en el mundo del toro desde su inicio hasta el día de hoy. De la cogida de Sevilla que por poco le deja inválido para ejercer esta profesión. Ha transmitido la sensación que sintió después del percance al torear unas vacas de su antiguo apoderado, como lloró al sentirse de nuevo en la cara de un animal -aunque becerras- toreando. En ningún momento ha expresado dolor de sentirse ausente de Sevilla y lo que parece casi inevitable que es su ausencia en Madrid, algo más afectado nos ha parecido verle por lo segundo, ya que ha espetado que… “Yo voy a Madrid hasta torear en el Bombero Torero”. Fácil es deducir que la empresa de Madrid no haya contado con él. Tampoco ha querido cargar el no estar acartelado en estas plazas al manejo de despachos; pero como nosotros somos mal pensados, creemos que el monopolio que hay creado en la fiesta de los toros, limita la actuación de muchos toreros importantes para la fiesta como es el caso de Curro. Flaco favor. Sólo se ha limitado a decir que el toreo es el reflejo de la sociedad. Algo así dijo hace mucho tiempo Ortega y Gasset, y creemos que a ambos les asiste la razón. También ha dejado claro algunos sueños que le gustaría cumplir, uno de ellos es el de abrir la Puerta Grande de Madrid dos o tres veces más, y otro un tanto irónico o melancólico en el que confesaba que sí que le gustaría torear una goyesca con Antonio Ordoñez o Antonio Bienvenida en Ronda, relatando todo desde el sentimiento de admiración hacia aquellos toreros de otra época. Curro se ha dado un paseo utópico por los años sesenta y le ha puesto el aroma que en aquellas plazas de toros se respiraba, la torería y la gama de estilos que entonces había en la fiesta. Ha disfrutado de la velada y ha hecho partícipes de ese disfrute a todos los presentes que le han aplaudido en varios momentos de su discurso.
Curro mostrando el recuerdo de esta velada No ha cejado Del Arco en hacer hincapié en la figura de Manuel Troya al que ha calificado, antes de cerrar la tertulia, de un aficionado puro y exigente, claro y muy agradable en el trato.
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