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Se dio por terminada la mal llamada “Temporada grande”, una temporada sin pies ni cabeza, hecha al aventón, sin inteligencia, sin sentido empresarial y desde luego sin el más mínimo amor a la Fiesta. Los antitaurinos pueden estar tranquilos, la Fiesta está en etapa terminal.
Ante un encierro bien presentado de la ganadería de Monte Caldera, José Luis Angelino dejó escapar la oportunidad de refrendar lo hecho hace unas semanas. Más preocupado por lucir sus cualidades histriónicas que las taurinas, pegó algunos pases de calidad, pero muy aislados, dejando unas inexplicables pausas que enfriaban los pocos ánimos de los valientes que asistieron a la plaza. Acabó involucrado en un pleito absurdo con “El Chiuhahua” y eso fue todo.
José Mauricio sigue diluyéndose; es una lástima porque tiene algunas condiciones de buen torero, sin embargo no termina por llegarle a la gente. Será que cada vez torea más alejado del toro...
Antonio García “El Chihuahua” es un buen banderillero, tiene unas facultades portentosas. Definitivamente le ganó el duelo a Angelino, pero nada más; no aporta nada y me parece que pasó por la capital sin pena ni gloria.
Y sí, con más pena que gloria termina una temporada que no auguraba nada bueno desde el anuncio de los primeros doce carteles; supuestamente la segunda parte sería lo mejor, pero tampoco pasó mucho... ¡Ni hablar!
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