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Con casi media entrada se han lidiado toros de José Luis Pereda y La Dehesilla, mal presentados, anovillados, mansos y desrazados en conjunto; el único que dio opciones fue el segundo.
Curro Díaz, ovación y aplausos
Eduardo Gallo, vuelta y silencio
Arturo Saldívar, ovación y silencio.Foto archivo Poco fuste tuvo la primera corrida de la feria de San Blas y la Candelaria de la localidad madrileña de Valdemorillo; con un tiempo desapacible, mucho frio dada la fecha del calendario y con apenas de algo más de un tercio de entrada, tuvo lugar dicho festejo en el coso cubierto que resguardó del frio intenso a los espectadores que asistimos.
El encierro de La Dehesilla y José Luis Pereda dio escaso juego para el lucimiento de la terna; el más “destacado del cartel”, a nuestro entender fue el linarense Curro Díaz en el que abrió plaza, Eduardo Gallo, no logró cantar en el segundo, posiblemente el mejorcito del encierro, consiguiendo apenas dar una vuelta al ruedo, como también el mexicano Arturo Saldivar, que se dejó ir al tercero, que tenía faena, pero que el manito no lo supo entender. Ese fue el tono de toda la tarde, bien es verdad como ya se deja constancia en la ficha, los cuatreños tampoco dieron la talla como todos esperábamos, por su falta de raza y escasa fuerza.
Con cuatro verónicas muy sentidas y de excelente corte recibió Curro Díaz al que abrió plaza y que llegaron a los tendidos, más el remate con la media, eso en un principio nos hizo augurar que algo veríamos del artista que es el de Linares, ya con la franela pinceladas por los dos pitones, pero eso, solo pinceladas. Pasaportó a su oponente de pinchazo y una estocada entera tendida. Escuchando palmas de los aficionaos. Y poco más en el cuarto, al que Curro lo intentó sacarle algún partido, pero el esfuerzo era inútil ya que no había oponente y optó por el acero, dejando una estocada entera delantera y perpendicular, que remató el puntillero; protestado el cuatreño en el arrastre y palmas para el matador.
El mejor toro del encierro fue a parar a manos de Eduardo Gallo, que no supo aprovecharlo en el último tercio, detallitos los hubo, pero sin trasmitir a los tendidos, si hay que destacar la técnica del torero, pero con ella no se cortan los trofeos. Bien la ejecución a la hora de matar, dejando una estocada entera en buen sitio, eso si algo tendida pero que fue más que suficiente. Algunos pañuelos pidiendo el trofeo que simplemente quedó en una vuelta al ruedo. Poco podía hacer en su segundo quinto del festejo, primero por la falta de fuerzas y luego por su falta de raza, terminó rajándose, también se defendió en el caballo y se dolió en banderillas. La faena siempre a media alturita e encimista, no consiguiendo lucimiento alguno. Con el acero, una estocada entera, delantera y desprendida, rematada por el puntillero. Silencio para el matador y pitos para el toro.
Cerraba la terna el mexicano Arturo Saldivar, que llegó ese mismo día de su país natal, al también le tocó uno de los cuatreños complicadillos del manso encierro. No estuvo mal en el saludo capotero por ello fue aplaudido. Inició faena por estatuarios tieso como una vela, pero le faltó entender al cuatreño, estando en pega pases sin más y encima con poco mando, el epílogo por bernadinas apretadas sí que llegó al público. Mató de una estocada en buen sitio, por ello se le aplaudió y el toro fue pitado camino del desolladero. Alto, largo y cómodo de pitones fue el sexto y que empujó con fuerza en el caballo sacándolo hasta casi los medios; pero ya en el último tercio siempre embistió con la cara alta, eso condicionó la actuación del manito que no consiguió en ningún momento sujetarlo, siendo su labor más bien anodina, se lo quitó de encima con una estocada entera pero traserilla. Silencio para el azteca.
Mis queridos lectores, eso fue todo lo que dio de sí la primera corrida de La Candelaria de Valdemorillo.
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