El caso de Jonathan Varea es una de esas alegrías que de vez en cuando nos da el mundo del toro. Un torero diferente. Un ejemplo de cómo, con mucho esfuerzo y sacrificio, los objetivos y los sueños se pueden alcanzar.

Jonathan Varea. Foto cedida: Vicente Arenos Vidal

Nacido en Almassora (Castellón) el 19 de noviembre de 1993, Varea comenzó desde pequeño a interesarse por los toros, ya que aunque en su familia no había profesionales taurinos, sí que eran aficionados: “No tengo ningún familiar que haya querido probar suerte en este mundo, aunque sí es verdad que mi abuelo materno tiene mucha afición, la familia de mi madre en general. Mi padre también tuvo mucha afición, de hecho fue a la Escuela taurina pero nunca se puso delante de una becerra. En mi casa siempre ha habido afición y toros por el Plus. Y así comenzó, con 12 o 13 años ya quería inscribirme en la Escuela, aunque mi padre, que ya sabía de la dureza de esto, no quiso. Más tarde, ya con 15 años, entre mi abuelo y mi madre lo convencimos y me inscribí en la Escuela de Castellón en 2009”.

Una vez en la Escuela, comenzó el entrenamiento con seriedad, siendo consciente poco a poco de la dureza de su profesión: “En la Escuela fui aprendiendo lo que es ser torero, el entrenamiento, la rutina, la mentalidad… Al año siguiente, en octubre de 2010, pude matar mi primera becerra en Albacete, fue una experiencia muy bonita. Así fui asumiendo la responsabilidad que conlleva ser torero y un año más tarde maté mi primera novillada en Fallas, en Valencia, en 2011, y salí a hombros. Mi primer año sin caballos me sirvió para ir aprendiendo el oficio, para situarme en la plaza, la técnica… en el segundo me rodé más, y ya en el tercero me permitió disfrutar y llegar a mi debut con caballos preparado”.

El novillero en Nimes. Foto cedida: Vicente Arenos Vidal

En ese último año sin caballos, en 2013, Varea protagonizó una anécdota que tuvo mucha repercusión y que le ayudó a reivindicarse, a luchar por un hueco en los carteles que no le estaban dando. En su pueblo, en las fiestas de mayo, el novillero no se lo pensó dos veces y muleta en mano saltó a la plaza mayor a torear un toro de Núñez del Cuvillo destinado a las calles: “La verdad es que fue una locura que salió bien. Se habían dado varios festejos por la zona de mi tierra y no habían contado conmigo, y la gente por la calle me preguntaba por qué no había querido torear, pensando que era yo el que no quise anunciarme. Pero era todo lo contrario, eran los empresarios los que no contaban conmigo. De alguna forma era una manera de reivindicarme y dejar claro que mi intención era torear, y así lo demostré. Ese toro además lo había visto antes en el campo y me enamoré de él. Luego lo vi correr por las calles y me gustaron sus reacciones y salí a torearlo. Era un toro para hacerle una faena completa”.

Varea ante el toro en su pueblo. Foto cedida: Vicente Arenos Vidal

El invierno de 2013 lo pasó de tapia en tapia, toreando lo que podía, lo que le dejaban, preparándose duro para su debut con caballos en Castellón en el mes de marzo del recién terminado 2014: “Los meses de antes fueron un poco duros, yo estaba en el campo haciendo todas las tapias que podía, eso junto con el entrenamiento era mi preparación todos los días, con la máxima ilusión. Pero había rumores de que no se iba a dar la novillada, fue un poco duro estar preparándose sin saber si ibas a tener la oportunidad. Pero bueno finalmente se dio, se hablaba de El Parralejo aunque luego fue de Prieto de la Cal. Ahí se inició todo, sólo tenía esa tarde, me planteé disfrutarla y salió muy bien. Tuve la suerte además que estaba Santiago López, y posteriormente me anunció en Nimes y Valencia. Así me fui dando a conocer”.

Cargando la suerte en Valencia. Foto cedida: Vicente Arenos Vidal

Ahí jugó, como indica Varea, un papel muy importante Santiago López. Tras estar presente en su debut con caballos en Castellón, Santiago le abrió hueco en dos ferias importantes como Nimes y Valencia y así empezaron a rodar las cosas, triunfando el novillero en todas las plazas que se anunciaba: “Todas las tardes tuvieron su punto, su importancia. Tenía que ganarme contratos cada tarde. En Nimes quedaron patentes mis ganas y me gané la oportunidad de Valencia. En Valencia empezaron a conocerme un poco más los taurinos. Fui a Cella con Garrido donde corté tres orejas… Y a partir de ahí, como la temporada estaba prácticamente cerrada, empecé a coger sustituciones, que por suerte me sirvieron. Estuve en Villaseca y Arganda sustituyendo a Posada de Maravillas. Calasparra, Becerril de la Sierra también fueron muy importantes para mi carrera, además de por supuesto Zaragoza”.

Foto cedida: Vicente Arenos Vidal

Fue precisamente ahí, en Zaragoza, donde Varea dio un importante golpe en la mesa logrando un triunfo que le hizo aparecer en todos los medios, ya que consiguió indultar un novillo de Los Maños: “La verdad es que no encontraría la palabra adecuada para describirte las sensaciones vividas ese día. Yo llegaba con muchísima moral e ilusión, ya que cada tarde anterior había tenido un triunfo. Llegué con la idea de disfrutar y así lo hice. Aunque también hubo sentimientos de miedo, por la plaza de primera que es Zaragoza, por la ganadería de Los Maños, Santa Coloma, y mucha responsabilidad. Cuando salió el novillo ya me fui fijando en sus virtudes, en su embestida, es su nobleza… te iba creando confianza en él. Se le cuidó en el caballo, se le hizo la suerte de banderillas muy bien, se desmonteraron los banderilleros… todo iba encaminado hacia el triunfo, aunque en ningún momento me hubiese imaginado el indulto. Pero conforme iba pasando la faena, y viendo a la afición tan entregada, ya me lo fui creyendo. Ha sido el broche de oro a la temporada y me ha servido para anunciarme ahora en las primeras ferias”.

La temporada de Varea no ha sido fácil, cada tarde ha tenido que justificar su inclusión en el siguiente cartel y además lo ha hecho siempre matando encastes diferentes, y todos ellos de los denominados “duros”. Prieto de la Cal, Adolfo Martín, Baltasar Ibán, Cebada Gago o Los Maños entre otras han sido las ganaderías a las que le ha tocado enfrentarse, siempre con éxito, tarde tras tarde: “Triunfar con todo tipo de encastes te da mucha moral, ilusión, te hace más fuerte. Ya desde el principio de temporada no me lo pusieron fácil, con la de Prieto de la Cal, y así continuó la temporada. Tuve suerte que me embistieron los animales y yo supe entenderlos”.

Foto cedida: Vicente Arenos Vidal

Así, tarde tras tarde se ha ido haciendo un hueco en los carteles, y tras mucho esfuerzo y sacrificio yendo de tapia en tapia, ha conseguido que esta temporada 2015, de entrada, tenga varios festejos firmados: “La verdad que esta próxima temporada no tiene nada que ver con la anterior. Como te he dicho, cuando empecé 2014 sólo tenía Castellón. Este año tengo, por decirlo de alguna manera, la tranquilidad y la oportunidad de estar en las principales ferias de comienzo de temporada como Olivenza, Castellón y Valencia. Es lo que uno sueña. Voy a intentar disfrutar de cada momento y hacer méritos para estar en otras plazas como Sevilla o Madrid”.

Al joven novillero de Castellón no le gusta describirse, prefiere que sean los propios aficionados los que le vean en directo y después opinen: “No soy el más adecuado para definirme. A las personas que no me hayan visto torear les diría que prueben, que vayan a verme, y ellas mismas me definan. Creo que soy un torero que sorprende porque nunca voy con la faena medida, pensada… sobre la marcha y la inspiración voy creando”.

Año importante por tanto el que tiene por delante Varea, un novillero con las ideas y conceptos claros que seguro dará que hablar esta temporada y que, como él dice, no tiene un referente concreto en el mundo del toro, sino que aprende de todos: “Me fijo en todos, incluso en becerristas, de todos se aprende y en todos encuentro algo que me llama la atención. Me gusta fijarme en muchos, desde Joselito el Gallo o Juan Belmonte hasta otros muchos de la actualidad, como El Juli y Perera por su poderío, o Morante y Talavante por su magia… y por supuesto José Tomás”.