Es una dicha cuando se puede transcribir en una nota que la plaza tuvo lleno hasta las banderas con el cartelillo de NO HAY BILLETES. Así sucedió en el festival nocturno que tuvo magia y sentimientos de emoción que rayaron en el éxtasis y el delirio de los aficionados.
Se lidiaron siete ejemplares del hierro de Ernesto Gutiérrez Arango, bien presentados, nobles con bondad y de juego destacado, siendo aplaudidos todos en el arrastre. Al sexto de la noche se le perdonó la muerte. Pesaron 430 – 432 – 390 – 428 – 418 – 410 y 450 kilos.
Sebastián Vargas: Palmas
El Juli: Dos orejas
El Cid: Ovación
Sebastián Castella: Oreja
Andrés de los Ríos: Silencio
Alejandro Talavante: Dos orejas simbólicas por indulto
Pablo Hermoso de Mendoza: oreja. Talavante indultó al sexto Las obras de arte estuvieron esculpidas por dos grandes de la tauromaquia con diferentes conceptos de la misma pero con la perfección del maestro que no escatima detalle para que el espectador disfrute de su lirica.
El Juli con su técnica, su poderío, su transmisión, su sabiduría, construyó una faena que fue perfecta de principio a fin toreando en redondo con muletazos de infinita plasticidad, mandones y templados. Nunca dejó que los pitones del ejemplar le tropezaran la flámula roja. No se puede descalificar en ningún momento la inmensa calidad del novillo que parecía de cuerda, acudiendo a cada invitación. Faena antológica.
En el sexto, vino otro concierto de bien torear en donde Alejandro Talavante, obnubiló al cónclave con sus trazos largos, mandones, templados, estéticos, fundidos en la profundidad y hondura de una tauromaquia personalísima que transmite con un sentimiento de arte invadiendo y sensibilizando las fibras de quienes gustan de la ortodoxia y clasicismo en el toreo. Más lento y con más suavidad no se puede torear, acarició con la muleta las embestidas del toro que tuvo un fondo extraordinario de bravura al punto de ser indultado.
Después de lo visto en el festival, la plaza se llenará nuevamente con la presencia de Sebastián Castella – Alejandro Talavante y Luis Bolívar, despachando ejemplares de Las Ventas del Espíritu Santo en la cuarta corrida del abono manizaleño.
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