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En la octava corrida del temporada invernal en la capital mexicana continuó el desorden y la premiación desproporcionada a la que ya nos estamos acostumbrando en la México: orejas y orejas, indultos, salidas a hombros sin ton ni son y sin ningún valor.
Federico Pizarro tuvo una actuación discreta a la que le faltó más contenido y no logró redondear un trasteo que pudo darle otra tarde triunfal. Sin embargo tuvo la honestidad de devolver la ridícula oreja que el desorientado juececillo del festejo se sacó de la manga. Dio una vuelta al ruedo entre aplausos.
César Morales le dio brillo al primer tercio Uriel Moreno hizo una faena a su estilo -se torea como se es-, destacando el segundo tercio del quinto de la tarde, con su muy particular “Par monumental”, ejecutado con una precisión matemática. Tras una estocada espectacular fue premiado de manera exagerada y, en lugar de devolver una oreja, aceptó ser parte de la farsa y dio la vuelta al ruedo con ambos premios. Allá él.
“El Zapata” ejecutó su “Par monumental” con perfección Y “El Fandi” hizo lo que pudo -se torea como se es-. Su parte fuerte es también el segundo tercio, pero “El Zapata” ya se le había ido por delante y por más que trató ya no pudo alcanzarlo. Como era de esperarse, salió con la burla del torito de regalo, pero esa historia no merece ningún comentario.
Lo que merece una mención especial fue el puyazo de César Morales que le dio brillo a la suerte de varas, tan denigrada en estos tiempos.
Seguramnete el próximo domingo habrá otra paupérrima entrada... Así está la temporada dizque grande.
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