Andrés Amorós, crítico taurino de ABC, entre otras cosas, debutó ayer en la Cátedra Emilio Alarcos Llorach, con una conferencia titulada “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, que tuvo lugar en el Aula Magna del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo, con lleno de no hay billetes.  Al acto no asistió la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, a la que se le esperaba. Abrió el acto Josefina Martínez, viuda de Alarcos, quien comenta que el poema de Lorca no es una elegía, y agradece a Amorós su asistencia, ya que es un hombre muy ocupado. José Luís García Martín, que se encargaría de de presentar en un principio al conferenciante, solamente comentó que había animado a sus alumnos a asistir a la charla, como hace cuarenta años le había sucedido a él mismo cuando era alumno de Martínez Cachero, y éste les animó a asistir a una conferencia de Amorós.

Andrés Amorós, empieza hablando sobre Alarcos, quien dijo que “era un sabio de la vida”, con un talento extraordinario. También habla de anécdotas que tuvo con el propio Emilio Alarcos. Sobre Asturias dijo que “para mí Gijón es Jovellanos, y Oviedo es Clarín, Alarcos, cachero…”. Y tras este inicio de faena, comenzó a hablar sobre el tema al que venía. Primero dijo que mucha gente pensaba que Sánchez Mejías, fue un personaje inventado por el propio Lorca, y los propios expertos en el poeta granadino, dicen que el poema resume la calidad de Federico. Comenta Andrés Amorós, que el poema no está dedicado al torero, sino al amigo, ya que en el poema no aparecen detalles técnicos. “Ignacio es un hombre que afronta el peligro”, Jorge Manrique y su padre son un ejemplo, ya que cuando éste pierde a su padre, habla del gran dolor, lo mismo que Lorca al perder a su amigo. “Entre ustedes habrá gente que ama, odia o le da igual la Tauromaquia, pero aquí no se habla de eso”, comenta Amorós. El mimo francés Marcel, dijo que El Quijote  y la Tauromaquia, hablan de lo mismo.

Dice Amorós que Ignacio era un personaje que fascinaba a todo el mundo, sin cultura, ya que terminó el Bachillerato siendo figura, “tenía talento natural”.Si hubiera sido norteamericano, ya se le habría hecho una película, y lo compara como Lawrence de Arabia. Comenta una relación con Asturias cuando estuvo con la Argentinita, cuando aparece el ballet ruso en España, con la música popular española, como también el Cante Jondo.

Un momento del acto de ayer

Como torero era un seguidor de su cuñado Joselito “El gallo”, quien dominaba todas las suertes y toros. “Ignacio era muy alto y eso” estropeaba “la estética”, Ignacio se peleaba con todo el mundo, algo que le recuerda al conferenciante a Valle-Inclán “Toritos a mí”, en referencia a su debut en Méjico, cuando le respondió en un periódico a Gaona, que él (Ignacio) solo había llegado a ser banderillero de Joselito, y era mejor que Gaona. Y como el toro le queda corto es cuando descubre a la Generación del 27, y empieza a escribir, llevándoles a Sevilla, para homenajear a Góngora. Una de las primeras novelas en las que aparece la referencia a Freud, es en “Sin razón”, obra de Sánchez Mejías llevada al teatro, y gracias a esta influencia en la escritura hace que el torero escriba sus propias crónicas, siendo más duro consigo mismo, que los propios cronistas.
También da una conferencia de Toros en la Universidad de Columbia, cuando Lorca está en Nueva York. Su vuelta a los ruedos es de mayor, porque él “es torero”, y esta vuelta hace que toree en Manzanares, en la trágica tarde, su inicio de muleta es “sentado en el estribo, y la cogida llega porque el toro se le viene cruzado, y le lleva colgado de los pitones hasta el centro del ruedo”, comenta Amorós, quien dice que Alfredito Corrochano, quien le comentó como sucedió la tarde aciaga, ya que toreaban juntos, cuando le fue a dar el quite, Sánchez  Mejías le dijo que “por ese lado no, por el otro”.

El público abarrotó el Aula Magna

El poema:
Y tras esta introducción sobre el personaje, el torero, el intelectual, Andrés Amorós comienza a hablar sobre el poema, que es a lo que vino realmente a esta Cátedra en Oviedo. “Lorca se entera de la muerte en Santander”, y evita nombrar el nombre del toro de Ayala, que se llamaba “Granadino”. Lo dedicó a la Argentinita, y dice que el poema es un ritornelo obsesivo, con ejemplos como “la sábana blanca, la sangre derramada, etc.”. Incorpora elementos, como la soledad de la muerte, y la soledad de la victoria del toro. La primera parte del poema, acaba con “eran las cinco en sombra de la tarde”, en referencia a la muerte. En la segunda parte es donde “aparece el poeta, el yo”, el charco de sangre, en el que Amorós recuerda que Corrochano le dijo que “parecía que habían destripado a un caballo”. En la elegía, Lorca se basa en Jorge Manrique “Roma andaluza….”, donde está el hombre, dos elementos “la escultura, la medida”, “Que gran torero en la plaza, que gran serrano en el campo/que blando con las espinas, que duro con las espuelas”. “Recuerda a los poetas barrocos, lo curioso es que ejemplifica en Sánchez Mejías el Derecho Romano. Ignacio sabía darle a cada uno lo que le corresponde”, comenta Amorós.

Una de las lecciones del poema es “que nadie se escapa a la muerte”, como se ve en la tercera parte del poema. Y dice que el centro del poema es el verso 17 de la cuarta parte “no te conoce nadie, pero yo te canto”, y el poema finaliza suavemente en “sordina dulcemente”.

Amorós, dio una lección magistral de triunfo grande, de Puerta Grande de dos orejas y rabo. Como los buenos toreros en las tardes importantes.