|
Una gran tarde de toros que tuvo como resultado la Puerta Grande de Acho para dos eximios artistas de la tauromaquia. Enrique Ponce y Sebastián Castella pasarán a los anales de la historia taurina del Perú, en el capítulo de la Feria del Señor de los Milagros, por la actuación efectuada en el viejo coso limeño. Con tres cuartos de plaza y el Sol abrazador, se lidiaron cinco toros de propiedad de Roberto Puga (cuatro con el hierro Roberto Puga y uno con el hierro Montegrande) y uno (el primero de la tarde) de propiedad de Alfredo Galdós con el hierro de Santa Rosa de Lima; buenos, nobles y repetidores en sus diferentes escalas de bravura, una gran tarde.
Enrique Ponce, silencio y dos orejas
Sebastián Castella, oreja y oreja
Alfonso de Lima, silencio y vuelta al ruedo.
Puerta Grande para Enrique Ponce y Sebastián Castella en la Plaza de Acho Enrique Ponce cortó dos orejas al cuarto de la tarde en forma contundente El diestro de Chivas, Enrique Ponce mantiene intacta en Lima su calidad de toreo, una edición más a la que asiste y sale triunfante de la Plaza de Acho, su arte depurada hace que el respetable revierta con creces el cariño que le tiene, y éste a su vez retribuye al público con la mejor de sus actuaciones. Le tocó en suerte el primero de Santa Rosa de la que de salida se mostró repetidor echando las manos por delante en las verónicas, el pupilo de Alfredo Galdós fue desarrollando peligro a lo largo de la lidia con la franela, a pesar de ello Enrique Ponce le plantó cara y logró sacarle buenos muletazos, por lo que abrevió. Con el cuarto de la tarde de nombre Furtivo del hierro de Roberto Puga, la cosa cambió, un animal bravo y repetidor, que sabía lo que deja atrás. Con ese toro el diestro de la calle de Játiva marcó la diferencia y demostró él porque es una de las figura de la coletería mundial. Mandar, templar y ligar fue su tauromaquia, los muletazos eran jaleados y acompasados por los olés del público, teniendo el pasodoble como acompañamiento ideal. Gritos de ¡Torero, Torero, Torero! Tras la ‘ponciana’ hicieron presagiar que al estoconazo que recetó el maestro los pañuelos blancos inundaron los tendidos y el presidente de plaza concede las dos orejas de inmediato y con ello la puerta grande era tácita.Sebastián Castella inició su labor muleteril con cambiados que fueron ovacionado Por su parte el diestro francés Sebastián Castella, quién entró a ésta corrida por la puerta de la sustitución en vez de José María Manzanares, quien no pudo comparecer por estar aún afectado de la muerte de su padre, cortó una oreja en cada uno de sus enemigos, con ello consiguió salir a volandas de los entusiastas capitalinos. Su primer toro fue un ejemplar serio y codicioso, por lo que tuvo que someterlo llevándolo toreado hacia los medios, consintiéndolo y mandando. Una oreja que pide el público tras la estocada y el juez concede. Con él toro que hizo quinto se vio a una Castella más cuajado, el toro era más serio y con clase al embestir, no se podía equivocar con ese pupilo de Puga, si bien tenía nobleza no era tonto, había que someterlo y lo hizo; había que torearlo y lo hizo; había que darle sitio y lo hizo; había que darle pausa y lo hizo. El francés entendió que tenía que explotar esas virtudes, le encontró el sitio por el pitón izquierdo y así fue, naturales llenos de torería. Una estocada que no cayó en buen sitio y se limitó a recibir una oreja, con la que salió por la puerta grande.Alfonso de Lima dio vuelta al ruedo en el sexto de la tarde Nuestro compatriota Alfonso Simpson Carrasco “Alfonso de Lima” dejó ver su corazón antes que su criterio. Para él era una tarde inolvidable, al hacer el paseíllo al lado de Ponce y Castella. Le tocó en suerte dos toros de Roberto Puga a los que debió enviar al desolladero sin las orejas. Desde que se abrió de capa con el tercero de la tarde se le vieron las ganas de triunfo, pero ello no es suficiente. Ya con la pañosa fue ligando una faena en la que destacaron los circulares, que fueron del agrado del respetable. Alfonso de Lima requiere tener un sello particular para agradar al público. El sexto fue un toro que tal vez debió regresar a los corrales para echarlo a vacas, o quizá debió irse al desolladero sin la orejas. El triunfo se olía desde los tendidos, pero el corazón desbordó la razón. Con el percal el torero de Lima dejó ver sus buenas maneras de interpretar las verónicas. Se fue a puerta de cuadrilla y subió al caballo de picar sin pedir permiso al Presidente de Plaza, ya que los matadores no pican los toros, para eso están los profesionales del castoreño. La puya se rompió y todo quedó en anécdota. Eso sí, hizo quites por navarras que fueron vistosas y aplaudidas. En la muleta hubo temple y ligazón pero no fue suficiente, el animal desbordaba y había que someterlo. Estocada perpendicular casi entera y dos golpes de descabello fue el colofón. Dio vuelta al ruedo que es potestativa en el reglamento.La ponciana una suerte del sello paricular de Enrique Ponce El francés Castella ejecutando un derechazo con mucha calidad y torería Apostillas: El buen subalterno Dennis Castillo se desmonteró en el sexto de la tarde por un gran par de banderillas. Buena fue actuación del subalterno Alán Quispe Díaz. Las tres banderas flamearon a media asta en memoria de José María Manzanares. Nuevo reloj en la plaza de toros. Media hora antes del paseíllo se develó en la explanada de la plaza una placa de mármol en honor al diestro alicantino José María Manzanares. Algunos matadores se suben al caballo de picar, pero esto lo hacen cuando se encierran con seis toros y para ello hay que estar variado. A mi juicio, no es plausible esa actitud, es sin duda visiblemente ganosa de palmas ¿Qué hubiera pasado si hay tumbo o una lesión al matador que subió al caballo? La voluntad no puede atropellar la razón.
Fotos: Rafael Morán
|
|