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Con poco más de media entrada en la Monumental de Aguascalientes se celebró la tradicional corrida del Festival de Calaveras. Fueron lidiado un encierro de Montecristo, así como un ejemplar de San Isidro de regalo, de juego variado, sin trapío para una corrida de toros, y alternativa de un torero. Los tres primeros fueron pitados en el arrastre, mientras que para 4º y 6º hubo palmas
Alejandro Talavante: silencio, vuelta tras un aviso y palmas
Octavio García El Payo: una oreja con división de opiniones y una oreja
Armillita IV: al tercio y palmas
¿Matadores de TOROS? Foto: Monumental de Aguascalientes Una convención es una norma o práctica aceptada por acuerdo general o por costumbre; las convenciones han servido y sirven para ponerse de acuerdo. El ejemplo más común es cuando nombramos algo, por acuerdo o por costumbre un día se decidió que se llamara “agenda” a una libreta que trae marcados los días según el año y que sirve para anotar eventos, lo mismo sucedió con los “términos” que se usan en el mundo del toro. Así es que por convención, tenemos que un novillero es alguien que aspira a ser matador de toros y que mientras se prepara lo hace con novillos, es decir, con animales de menos de cuatro años; tenemos también que un matador de toros es aquel que ha tomado la alternativa y que en sus actuaciones se enfrenta a toros, que son animales con cuatro años cumplidos.
Entonces, cuando uno escucha o lee que habrá una corrida de toros, deduce que lo que se lidiará serán toros. Me pregunto ¿las convenciones taurinas ya cambiaron? Hace bastantes tardes que veo “matadores” de alternativa que en el ruedo lidian novillos, alternativas a novilleros que no torearon novilladas, aficionados que pitan a un toro hasta el momento del arrastre y no a su salida que es cuando hay posibilidad de regresarlo a los corrales.
Dice Esther Cohen que hay que la memoria es una forma de justicia y que hay a quienes nos toca hacerlo escribiendo, por eso dejo correr la tinta; porque yo no quiero que las convenciones que hay en la fiesta brava cambien, no quiero porque eso significa terminar con el embrujo del planeta de los toros.
Alejandro Talavante tan creativo y artista como siempre, pero mucho más reposado que en tardes anteriores. Dispuesto y con alegría salió a saludar al primero de su lote, las verónicas para prenderlo a su capote y después un quite ceñido, asolerado, con duende. La faena pintaba para ir a mejor, sin embargo el de Montecristo solo embistió la primera tanda; después pasó con muy poquito ímpetu por el derecho y terminó por rajarse del todo. El torero pesado con el acero y escuchó silencio.
En el cuarto de la tarde sucedieron cosas mejores, vimos a un hombre espigado que citaba de frente, que hacia trazos dulces y aterciopelados con sus muñecas. Vimos una estocada en buen sitio y un novillo que de haber doblado las patas, las levantó apenas sintió la puntilla; se escuchó un aviso y todo quedó en una vuelta al ruedo.
Con el de regalo nuevamente puesto, con la pureza de sus trastos para hacer faena, pero el de San Isidro simplemente no se dejó seducir por el torero. Descabello y palmas.
Octavio García El Payo demostró su capacidad como lidiador. Con su primero muy reposado de capote y concentrado en la cara del toro sacó pases de donde no había, con mucha clase y lentitud obligó a embestir al astado. La toledana entera en buen sitio y una oreja con división de opiniones.
Más que voluntad con el quinto de la tarde, una vez entendiendo al toro y sancandole lo más que se pudo. Estocada entera y otra oreja.
Fermín Espinosa Armillita IV recibió la alternativa de manos de Alejandro Talavante y tuvo de testigo a Octavio García El Payo; Zarco se llamó el novillo con el que recibió la borla como matador de toros. Poco a poco fue encontrando la lidia para el soso de Montecristo, y conforme avanzó la faena también se halló a si mismo y empezó a parar los pies. El pinchazo le privó de la oreja de un público más que dispuesto a entregarsela. Saludó en el tercio.
Mucho más tranquilo se le vio en su segundo, la nobleza del sexto novillo de la tarde le permitió torearlo por los dos pitones, eso sucedía en la arena; mientras tanto en los tendidos había otra faena, alguien llamó a un lidiador llamado “Pelea de gallos” y el toro “afición” embistió de largo. Pinchazos de nuevo y palmas para Armillita IV.
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