En tarde nublada, lluviosa y con ráfagas de viento intermitente, se llevó a cabo la final del certamen Descubriendo un Torero de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, que hizo onceava y penúltima de la Temporada Novilleril 2014 de la Plaza México. Ante unas cuatro mil quinientas personas, se lidiaron seis novillos en concurso de ganaderías: uno de Los Cués, bien construido aunque poco armado, deslucido. Uno de Xajay, feo de hechuras y protestado de salida, que tumbó en varas y embestía cabeceando. Uno de Los Ébanos, redondito y gacho de cuerna, noble, repetidor, y con calidad. Uno de Barralva, bien construido pero tocado del pitón derecho, bueno y noble, aunque un poco débil y sosito, que fue premiado con el arrastre lento. Uno de José María Arturo Huerta, castaño, bien presentado pero de escaso motor y fondo. Y, en último lugar, uno de Marrón, bien presentado, muy parado y quedado. Actuaron cuadrillas las completas comandadas por los novilleros:

Edgar Badillo: silencio y división de opiniones.
José Zavala: silencio y leves pitos.
Carlos Casanueva: división de opiniones y silencio tras aviso.

Así se pintó el ruedo para el concurso de ganaderías

Al momento de la redacción, la cuenta oficial en twitter de Descubriendo un torero (@descuntorero) anuncia que la deliberación del jurado se está llevando a cabo, por lo que no se ha anunciado ni al triunfador del certamen, ni del concurso de ganaderías.

Trascendió a lo largo de la madrugada del lunes, que Carlos Casanueva habría sido elegido triunfador, lo cual fue confirmado por el tuiter de descubriendo un torero. ¿Es un juicio justo? Considerando que los tres alternantes se mantuvieron en un nivel de grisura similar, creemos que el triunfo del novillero tapatío, con apenas seis meses de haberse presentado como novillero, queda flotando en la ambigüedad ante la falta de una labor realmente destacada a la de sus alternantes.

Y es que la designación de Edgar Badillo como triunfador en varias plazas, sin méritos según los presentes en dichos festejos, e incluso sobre actuantes con más apéndices cortados que él, había levantado críticas hacia el certamen. Dicho novillero no logró justificarse ante la afición capitalina, que en algún momento incluso le jaleó, y terminó por apretarle. El juego de su primero, Listoncito de Los Cues, que no destacó en el caballo, no le permitió lucir su tauromaquia. Por si no fuera suficiente, se soltó un aguacero y las condiciones se volvieron contra el novillero. Tras una labor de dieciséis minutos sin aviso, se retiró en silencio.

Acalambrao de Barralva, feo de encornadura, hizo cuarto de la tarde. El único novillo que se arrancó dos veces de largo, peleó con fuerza en la primera vara y se apagó poco a poco. En la segunda solo acudió al caballo, donde se le dio breve castigo. Palmas para la res y el piquero. En su quite por chicuelinas, Badillo exhibió que se encontraba frente a un novillo de triunfo. Puso banderillas tal como en su primer turno y se dispuso a lidiar de muleta al Barralva, noble y obediente, aunque un poco sosito y medido de fuerza. Badillo, con altibajos, estuvo acoplado en pocas ocasiones con la embestida del utrero queretano, mostrando un estilo más hacia el toreo de tendido que hacia la verdad. Su labor fue eminentemente derechista, con algunos pases buenos (aunque siempre lejecitos) al inicio de las tandas, que se diluían entre desplantes y redondos de discutible valor estético y taurino. Por la izquierda nada de nada. Para las bernardinas la quema ya era generalizada en el sector de sol, en sombra, para no variar, aplaudieron todo. Se tiró a matar tremendamente mal y perdió una probable oreja que sin duda iban a pedir algunos. Para su buena suerte, pinchó y se esfumó esa posibilidad. Acalambrao fue el triunfador indiscutible de la tarde, a cuyos restos les fue concedido el arrastre lento en el aire del resto de los concedidos en la temporada.

Badillo llegó a la final metido en la polémica. Al final, no pasó nada más

José Zavala, exento de la polémica que envolvía al primer espada, se encontró con Cumplidor  de Xajay. Alto, flaco, y feo de hechuras, fue protestado de salida con cierta fuerza. Éstas se detuvieron cuando el morito se arrancó hacia el caballo, al que tumbó en una ocasión de las dos en que estuvo en su jurisdicción. Su trasteo muleteril empezó por doblones jaleados y buenos momentos por ambos pitones. Sin embargo, el novillo terminó por recortar su recorrido, por lo que solo permitió al poblano dar unos peculiares derechazos en dos tiempos. La gente también le apretó. Mató de un metísaca y estocada caída. Silencio.

Su segundo, Elegido de José María Arturo Huerta, fue un bonito castaño bien presentado, que de salida saltó al callejón por el terreno del burladero de la contraporra, y que pronto cantó su calidad de débil. Solo recibió un puyazo. Pronto se apagó y, a pesar de su nobleza y calidad, no transmitía nada en absoluto. Estos muertos vivientes son la especialidad de Enrique Ponce y su oficio y sitio privilegiados, para un novillero debe ser muy difícil lucir con un animal de esas condiciones. Se retiró entre leves pitos.

Pepe Zavala encontraría ese medio toro de la ilusión

A Carlos Casanueva le tocó en suerte un novillo gacho de cuerna proveniente del hato de Los Ébanos, débil y poco emotivo, pero noble, obediente, con la famosa embestida artística que busca el taurinismo moderno. Con el ruedo ya en mal estado, se arrancó al caballo desde la línea más próxima a este y dio cierta pelea, en banderillas se produjeron un par de resbalones, el más comprometedor fue de Edgar Badillo, quien estaba colocado en su lugar reglamentario detrás del novillo. Espectacular en el recibo capotero con el capote en la espalda, y aplaudido por su intento de lograr el quite de la mariposa. Inició su trasteo de muleta por estatuarios, y no terminó de comprender las condiciones del novillo, citando muy de cerca, y ahogando al del hierro de Manolo Martinez, que necesitaba que le dieran su aire y no se le exigiera mucho. Mató de estocada trasera, tendida, y caída. Silencio. Este novillo es, para esta crónica, el segundo lugar del concurso de ganaderías.

Este de Los Ébanos ocuparía el segundo mejor puesto

El sexto, quizás el mejor presentado del festejo, Mago de Marrón, fue un marmolillo totalmente parado con el que no había ninguna opción de nada. Difícil panorama para el tapatío, quien tardó en hacer lo único que quedaba por hacer: tirarse a matar. Silencio. Aviso.

Sin un triunfo contundente, Casanueva se alzaría como el triunfador del certamen

Así, la razón por la que el triunfador del certamen fue Carlos Casanueva es, por lo menos, ambigua. La tercia dejó la impresión de no haber sacado provecho completo de un novillo de su lote, y con el otro no tuvieron mayor lucimiento. No nos parece que la actuación de Carlos Casanueva haya estado por encima de la de José Zavala, por lo que cualquiera de los dos podría haber ganado (o ninguno). Edgar Badillo claramente desaprovechó a un novillo, y la reacción del público de la México hacia él fue más agresiva que hacia el resto de los actuantes, y si sumamos la necesidad de ganar credibilidad ante el “asunto Badillo”, se conjugan los factores suficientes para dejar al primer espada fuera de la competencia. Sin embargo, por los méritos taurinos del festejo en el que se decidió al ganador, creemos que el resultado del certamen, que levantó inicialmente mucha expectación, terminó por ser muy deslucido. ¿Qué descubrimos? No sabemos, pero debe sentar las bases para un certamen futuro que levante expectación, no solo entre la afición, sino también entre la novillería.

Fotografías: Luis Humberto García (excepto 1-Jaime Oaxaca).