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Con menos de media entrada se han lidiado toros de Cayetano Muñoz, desiguales de presentación y juego.
Juan José Padilla, silencio y dos orejas
Ivan Fandiño, dos orejas y ovación con saludos
Antonio Nazaré, dos orejas y ovación con saludos.
La terna a hombros Terminó la feria de Almodóvar del Campo y lo hizo con una desigual corrida de Cayetano Muñoz en lugar de la anunciada de Pereda, en un encierro desigual que no terminó de romper, alguno incluso con peligro. Lamentable el estado de los pitones y la presencia de algunos astados. Destacó especialmente la estética de Nazaré que entró por la vía de la sustitución de Joselito Adame, cogido ayer en Logroño, y lo hizo sorprendiendo gratamente. Padilla y Fandiño se las vieron con un toro cada uno con malas intenciones.
Padilla con la diestra Juan José Padilla tuvo en su primero a un toro difícil y peligroso, tras alguna probatura no se anduvo por las ramas y terminó abreviando. Tras pinchazo y estocada fue silenciado.
El cuarto fue mejor toro, tenía transmisión y nobleza. Comenzó su faena de rodillas metiéndose al público en el bolsillo pronto. Las series se fueron sucediendo con brillantez por momentos para pasar después al toreo de cercanías y desplantes, dándole un sobo importante al astado. Tras pinchazo, estocada y descabello corto dos generosas orejas.
Fandiño al natural Ivan Fandiño tuvo un desigual lote. Un primero que se dejó simplemente, pero con un molesto cabeceo y parado. Hubo que sacarle los muletazos de uno en uno en una labor tesonera, consiguiendo cuajados momentos por ambos pitones. Anduvo muy certero con una buena estocada que le valió el corte de las dos orejas.
Su segundo fue una perita amarga con el que solo pudo justificarse y mostrar la reservona condición del toro. Tras el fallo a espadas fue ovacionado.
Antonio Nazaré por chicuelinas Antonio Nazaré destacó con el buen manejo del capote en sus dos toros. Lo mejor de su primero llegó con la mano izquierda, con naturales de muy buen gusto y despaciosidad. Cuatro series de gran calidad, buen juego de muñecas y cuidada estética. Acertó también el torero en los terrenos y tiempos que le dio al noble toro. Tras gran estocada cortó dos orejas.
El que cerró el festejo tuvo poco fuelle y poca raza al que el torero tuvo que aguantar los parones, en mitad de las suertes. Mucha voluntad puso el sevillano recibiendo una ovación por la predisposición mostrada.
Fotos: Teresa Torres
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