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Con casi los tres cuartos del aforo cubiertos se han lidiado cinco toros de Juan Manuel Criado y un remiendo (4º) de Encinagrande, bien presentados, flojos y desrazados. Carlos Escolar “Frascuelo”, ovación, oreja y vuelta Rodolfo Rodríguez “El Pana”, palmas, silencio y oreja. La corrida de hoy no se puede contar con el modelo de las crónicas al uso. No se puede contar porque en la plaza no había toreros al uso.
Les obligaron a saludar al deshacerse el paseíllo Gracias a ello la tarde ha sido una tarde diferente, muy diferente. Ese mano a mano que la empresa de Guadalajara había programado finalmente ha cumplido con las expectativas de unos y otros. La felicidad era el denominador común a la salida de la plaza. La gente lo había pasado bien, muy bien.
No le ven, pero El Pana está dentro del lío, rodeado fundamentalmente de niños Y una curiosidad resalta por encima de cualquier otra. Los niños los prefieren ‘abuelos’ -a los toreros nos referimos-, tanto Carlos como Rodolfo, éste en mayor grado, fueron rodeados por cuantos niños había en la plaza. Una imagen de otra época cerró la tarde. Tantos intentos de las figuras por rodearse de ellos y finalmente se decantan por los que más les llegan y, casualidad o no, perciben vigor, alegría, pujanza, ganas de agradar en los de la tercera edad. Nos reconcilia con los mayores y los pequeños esta corrida tan diferente.
Frascuelo se marca una media clásica Frascuelo aportó empaque y torería, El Pana trajo alegría y variedad. Las cuatro virtudes no se ven a diario y por eso cautivaron a chicos… y grandes.
El encierro desrazado y flojo, aunque bien presentado, de Juan Manuel Criado, frustró otras posibilidades que, dado el entusiasmo de los jóvenes veteranos, nos hubiera permitido cantar también el toreo. No pudo haber mucho y tuvimos que quedarnos con los detalles, pero ¡qué detalles!
El madrileño con la diestra Frascuelo obtuvo una oreja, una vuelta y una ovación, todo gracias a su torería, pero qué habría pasado si los toros hubieran ofrecido veinte pases en la muleta seguidos. Solvente y valiente, además de torero, estuvo Frascuelo toda la tarde.
El Pana con la derecha Como final, el último de la corrida, se había guardado El Pana la traca. Armó un lío, pero no de esos que dicen que arman las figuras en sus tardes acertadas. No, un lío de verdad, imprevisto, imposible de describir. Los dos primeros tercios pueden pasar a la antología del manicomio taurino. La panaderina, la veleta y otras muchas invenciones del mexicano con el capote sorprendieron tanto que encendieron la mecha. La plaza rugía con cánticos como ‘Pana tú si que vales’ o ‘Como El Pana no hay ninguno… El Pana es cojonudo’. La locura con las banderillas con el remate final del par de calafia fue la mayor comunión lograda en plaza alguna entre público y torero. Nada importó que el toro, rajado como sus hermanos, no permitiera dar dos muletazos seguidos, y lo matara a base de pinchazos, la plaza ya había tomado una decisión, eran panistas. El mexicano y su 'panaderina' Ya lo ven, parece que hablamos de otra cosa. Pero gusta y llega a la gente. Dos estilos y dos verdades que gustan hasta a los niños. No querían renovación?, los de más de sesenta tienen la clave.
Incidencias: El Pana dio una vuelta al ruedo clamorosa al término de su espectacular tercio de banderillas.
Actuó de sobresaliente Iván Abasolo a quien El Pana invitó a hacer un quite, digno y por delantales estuvo Iván, en el 6º.
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