Con poca presencia de público, unas quinientas personas, se han lidiado novillos de Manuel Blázquez, desiguales de presentación y juego.
Martín Escudero, ovación y ovación tras aviso
José Antonio Heredia, silencio tras dos avisos y silencio tras aviso
David de Miranda, silencio y oreja. David de Miranda Foto: tertuliadavidemiranda Tedioso inicio de feria de San Antolín. En tarde de bochornosa temperatura la tarde trascurrió en tono gris como gris estaba el cielo sobre el coso de Campos Góticos.
Poca historia en las más de horas y media que duró la novillada que servía de aperitivo a la feria palentina. Tarde marcada por los avisos y los silencios. Bien presentados, hubo animales con cuajo de toro, los novillos de Manuel Blázquez, procedencia Núñez del Cuvillo, sin embargo desiguales, en escalera. En cuanto a su contenido hubo variedad. Inválido el noble primero. Bravo pronto y encastado el segundo. Rajado y soso el tercero. A mitad del muletazo echaba la cara arriba el noble cuarto. Descompuesto y sin descolgar el quinto. Manejable el que cerraba plaza. Mucho tiempo delante de la cara del novillo estuvo Martín Escudero en su primer turno. Técnico y firme, muy por encima de un novillo tan noble como falto de fuerzas, un inválido que apenas se sostuvo. Heredia estuvo entregado y variado con el capote en el segundo. El gaditano quiso hacer cosas a un novillo bravo y encastado. Pecó de encimista en un trasteo sobre la diestra falto de asiento y de gobierno, recorriendo mucha plaza, por debajo de la gran condición del animal. En su segundo envite con la espada fue cogido aparatosamente. Quitó por saltilleras de forma vistosa David de Miranda en el tercero. Rajado y de sosa embestida el novillo ante el cuál Miranda se mostró sin alma en un trasteo deslavazado, falto de apreturas. Habilidoso metió la mano con la espada. Cuajo de toro el chorreado cuarto, lo recibió Martín Escudero lanceando a pies juntos. Mayestática su apertura por alto en terrenos de tablas. Trasteo intermitente del madrileño en el que dejó sus credenciales de un valor sereno. A medida que fue bajando el empuje del animal, Escudero eligió terrenos de cercanías en el epílogo de una faena que abrocharía por bernadinas. Desafortunado con la tizona. Arrolló feamente el quinto novillo a Heredia al dejarlo en suerte en el caballo. Ya había avisado por el derecho anteriormente, acostándose en su embestida. Tras una mala pelea en el peto, haciendo sonar el estribo llegó rebrincado y descompuesto a la muleta. Faena de querer mostrando un toreo afectado, más preocupado de componer que de someter la embestida del novillo. En el sexto llegaría los mejores pasajes de una discreta tarde. De Miranda manejó por momentos con suavidad la franela, evitando los tirones. Sacó varias tandas estimables sobre la diestra, con cierto temple con un manejable novillo. |