|
Toros de Alcurrucén para los diestros:
Paco Ureña, ovación en ambos
Joselito Adame, ovación tras aviso y oreja
Juan del Álamo, vuelta al ruedo y oreja.
¡Cómo hubiera disfrutado hoy Pla! ¡Pla Pla Pla Pla!...se hubiera roto las manos a aplaudir.... A aplaudir al Toro, a Empeñado
por ejemplo, a aplaudir al torero, a Paco Ureña en concreto y a
aplaudir a Bilbao entero por ser reducto y dar cobijo a esta atávica y
profunda relación mística que nos une con nuestros miedos más profundos y
cuyo canal de extracción se llama toreo. ¡Pla Pla Pla Pla! Como si
hubiera estado Pla porque yo aplaudí por usted. ¡Pla Pla Pla Pla!
Gran corrida de Alcurrucén. Digna de Bilbao por múltiples razones. Presentaciones atinadas y comportamientos de casta y nobleza si acaso manseando una migaja. Hubo toros como el quinto por citar uno pero que se podrían citar tres más que fue para soñarlo toda la vida. Una gran tarde, de toros.
Paco Ureña sudó tinta china con Segoviano. Toro de fina lámina tostada chorreada en verdugo bragado corrido; toro de gran viveza y casta que fue aplaudido en el arrastre. Y Ureña Real, diferente, aire fresco. Mil y un defectos maravillosos para corregir en un futuro. Intuyendo el temple sin asirlo, la colocación casi justa y el valor por montera con miras al toreo y no a los tiempos modernos que Chaplin filmara intuyendo no sólo la mecanización del mundo sino también la de el toreo. La estocada a matar o morir cayó casi bien y la ovación fue merecida y alegre primero porque salió vivo del embite y segundo porque Paco Ureña es savia nueva. Con su segundo, más calmado y asentado en el ruedo gris de Vistalegre, puso temple y tiró de Afectuoso corriendo la mano con sentido hasta llegar a dar un natural que vale una vida. Faena de construcción limpia y lenta. De las que hacen afición porque se explican con sentido común y razón. Tardó el toro en morir y se repitió la merecida ovación.
Joselito Adame sin chispa o brillo. Ajeno al buen toro que tenía delante de nombre Manchego que comenzaba pidiendo guerra y acababa tumbado por el suelo cual muerto de aburrimiento. Murió de una sobresaliente estocada del mejicano. Pudo pero no quiso o no pudo. Su segundo era de cum laude por codicia humillación motor casta y otro derroche de virtudes que uno empieza a enumerar y no acaba. Adame tiró por el camino fácil del pase pase y repase y así se quedó contento. Faena sin alma a un toro de bandera. Matías se vio obligado a dar una oreja que el psicótico Bilbao pidió con ganas.
Juan del Álamo obtuvo el mejor resultado según la ficha. Foto de archivo Juan del Álamo tuvo la oportunidad de aprovechar la buena condición de Alcaparrito pero estuvo despegado e indeciso y la faena no tuvo vuelos ni aroma pero si pases y pases y una estocada de vuelta al ruedo. Repitió historia con otro segundo de lío y se hartó de pases -alguno bueno- hasta conseguir la ansiada oreja.
¡Pla Pla Pla Pla! Mi amigo Pla ¡cómo hubiera soñado! Del Toro de Alcurrucén y de la realidad del toreo de Ureña. ¡Pla Pla Pla Pla! Mi amigo Pla.
|
|