Toreando a una mano se es muy torero

Que no digo yo que los Miura hayan sido unas fieras corruptas, ni mucho menos, pero, ¡hombre! Un poco de lidia tampoco les habría venido mal del todo. Que de repente no les convierte en el toro Jaquetón o el toro Diano, pero un poco menos complicados sí que les hace. Y así lo ha dejado Claro esta feria un torero de plata que no suele recoger ovaciones, ni parabienes, es más, él es el encargado de poner a los toros en suerte para que sus compañeros se luzcan. Por el pitón izquierdo que va Fernando, por el derecho para David y en el caballo para que lo toree el Tito. hablo de Marco Galán, al que hoy tampoco han hecho saludar montera en mano, faltaría más, pero que ha lidiado a los toros con la pulcritud y eficacia habitual. Solo ha habido un momento de dudas, cuando se le ha metido por medio el maestro Castaño. Como si fuera un mal árbitro que se interpone entre el balón y el jugador cuando este va a rematar. Pero las demás de las veces ha llevado a los dos de Miura que ha lidiado con los mínimos capotazos posibles, sin hacerles pegar derrotes bruscos y enseñándoles a meter la cabeza. Donde le mandaban, allí lo colocaba. Y resulta ilustrativo como cuando su jefe le ha pedido que lo cerrara en tablas, ha desplegado el capote, se lo ha echado a la cara del toro y lo ha llevado a punta de capote, templando y con suavidad, hasta el burladero debajo del palco presidencial. Ni carreras, ni tirones, ni derrotes, ni eso tan feo de estampar al animal contra las tablas. Que felicidad entra por dentro cuando se puede comprobar que aún quedan toreros, en toda la extensión de la palabra, lo que no quiere decir que esto pueda hacernos olvidar esa incertidumbre existencial que nos plantea la gran duda de si, ¿hay vida después de la feria?