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Pese a que a mucha gente le gusta el rejoneo pues, aman al toro igual que al caballo, en la penúltima corrida de la Feria de San Isidro 2014, la asistencia del aficionado fue muchísimo menor que el promedio de la temporada. Seguramente, porque ninguno de los seis jóvenes rejoneadores que actuaban en este festejo, eran considerados figuras. Es verdad que las “figuras”, tanto del toreo a pie como a caballo, arrastran al respetable a llenar las aposentadurías del Coso de Las Ventas y, en esta ocasión, se perdieron un hermoso espectáculo de rejoneo, pues tuvieron como principal componente, a los buenos astados de la ganadería de María Giomar Cortés de Moura.
Los seis jóvenes rejoneadores, demostraron ser grandes caballistas pues, los aficionados disfrutaron de cada una de las figuras ecuestres que presentaron en la arena, mientras cumplían con los tres tercios de la lidia. La serie de cabriolas que ejecutan montados en maravillosos corceles de rejoneo y, el temple con que toreaban a los bureles, hacían vibrar a los aficionados. Ustedes tendrán la posibilidad de conocer pormenores de la lidia y muerte de los seis toros lidiados en esta tarde, por los expertos en rejoneo pero, creo que quien destacó por su entrega y, particular forma de hacer el rejoneo, fue Francisco Palha, quien estuvo a punto de cortar -por lo menos- una oreja de su enemigo. Lamentablemente, la falta de precisión de los rejoneadores para colocar en el sitio preciso el rejón de muerte, hizo que todos los seis alternante, tuvieran que descabellar a los astados, con pie a tierra.
 Pese a la disminución en la entrada, familias con niños poblaron los tendidos Sin embargo, en medio del gratísimo espectáculo que pude observar, desde mi domicilio, ubicado en un maravilloso país de nombre Ecuador, a través de la televisión, sentí –una vez más- una sana envidia, al mirar a tanto niño pequeño, junto a sus padres y abuelos, disfrutando de la mejor fiesta del mundo, la fiesta brava. La razón de lo anotado, es que, lamentablemente, debido a un torpe Código de la Niñez y Adolescencia de la Revolución Ciudadana, para ingresar a los espectáculos taurinos, sea con la muerte del toro en la arena o, sin él, deben tener mínimo 16 años de edad. ¿Cómo un gobierno puede irse en contra de la Patria Potestad?, ¿Acaso los niños –por disposición de su “Majestad”- pertenecen al Estado? Son preguntas que todos quienes leen este comentario tiene que responderse. En lo que a mí respecta, la respuesta es una sola, “en nuestro encantador país, ubicado en la mitad del mundo, no existe libertad”.
*Foto: Muriel Feiner.
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